Miércoles 2 de julio 2014. anlatam.com. Tras el escándalo desatado por el experimento de Facebook, que alteró su algoritmo para ver qué efecto produce en el ánimo de casi 700.000 usuarios angloparlantes la recepción de noticias negativas en sus muros, se reabrió el debate ético en torno al uso de Big Data y sus aplicaciones comerciales.
“En Facebook, nos tomamos la privacidad muy en serio”, afirmó Sheryl Sandberg, directora de Operaciones de la red social, en una escueta declaración sobre el tema durante su visita a Nueva Delhi.
“En retrospectiva, los beneficios de la investigación tal vez no justificaron toda esta ansiedad”, admitió por su parte Adam Kramer, el científico a cargo del proyecto, ante la justificada condena internacional.
En su ensayo “La ética de Big Data”, Neil M. Richards y Johnathan H. King, profesores de la Escuela de Derecho de la Universidad Washington en Saint Louis, llaman a establecer principios que rijan estas prácticas, como que la sola generación de información privada no da derecho a su usufructo y que los interesados en explotarla deben transparentar sus intenciones a los actores involucrados.
Facebook, que usó como defensa en primer término las cláusulas estipuladas en su acuerdo de Términos y Servicios, recién habría añadido la posibilidad de investigaciones cuatro meses después del mentado experimento.
Sin embargo, la discusión elude una arista que las telcos, la firma de Mark Zuckerberg y los demás players de Internet deberán enfrentar eventualmente: la chance concreta de recompensar a sus suscriptores por la información que proveen, fundamental para monetizar nuevos contenidos y establecer estrategias de marketing exitosas.
Facebook, lejos de ser un servicio gratuito, se ha beneficiado por más de una década de la información privada ajena para construir un imperio cibernético que recaudó casi US$ 8.000 millones en ingresos durante 2013. Sus 1.230 millones de usuarios, a los que se suman los 500 millones que le aportó la compra del servicio de mensajería WhatsApp, mantienen viva una maquinaria publicitaria fenomenal a expensas del abuso de infraestructura ajena.
¿Qué tipo de recompensa brindaría? Quizá Facebook pueda implementar un sistema similar a las Amazon Coins, las divisas virtuales utilizadas en Estados Unidos y Europa para comprar videojuegos y aplicaciones en el portal de comercio electrónico. También podría ofrecer beneficios en su plataforma de servicios financieros para pagos móviles, una vez inaugurada. O, lisa y llanamente, pagar por cada interacción.
Tal vez entonces, cuando realizar otro experimento implique un verdadero sacrificio financiero, Facebook pensará dos veces antes de meterle mano a las emociones de la gente.