Minutos antes, asistíamos a una escena lógica tras la victoria en un partido de cuartos de final, con una buena actuación de Brasil: los jugadores sonreían, los análisis sobre todo lo que había salido bien ante Colombia —y fueron muchas cosas— acaparaban las conversaciones, y ya se comentaba cómo sería el choque del 8 de julio ante Alemania.
Sin embargo, de repente, a la salida del vestuario los brasileños se vieron inmersos en una realidad paralela, un mundo nuevo y extraño, en el que el doctor Rodrigo Lasmar, uno de los médicos del equipo, era la persona más buscada para las entrevistas, en las que todo el mundo aprendió la expresión “fractura de trazo transversal en la tercera vértebra”, o lo que eso significase en la vida real: más que cualquier otra cosa, que Neymar se quedaba fuera del Mundial.
“Lo único que me impide estar totalmente contento hoy es no saber muy bien cuál es la situación de Ney. Ahora sólo nos queda rezar mucho para que todo esté bien y para que pueda ayudarnos”, dijo David Luiz a la FIFA, terminando con desconfianza una entrevista hasta entonces caracterizada por el optimismo y la satisfacción. Parecía un presagio. Pasados unos minutos, cuando la mayoría de los futbolistas brasileños ya estaban camino del autocar, sonó un teléfono móvil, y en cuestión de segundos los distintos rumores quedaron confirmados a través de las palabras perentorias del doctor Lasmar. Bienvenidos al mundo de la “fractura de trazo transversal en la tercera vértebra”.
“Neymar, por desgracia, está fuera del Mundial. Afortunadamente, se trata de lo que llamamos una ‘fractura benigna’: no es una fractura que deje ninguna secuela, y requiere un tratamiento conservador, sin cirugía. El tiempo de recuperación varía mucho entre un jugador y otro: puede ir de cuatro a seis semanas más o menos. Depende de muchas cosas”, explicó a FIFA.com el médico, él mismo aún un tanto aturdido, ya que unos minutos antes estaba en el vestuario, tenso, esperando la llamada del doctor José Luiz Runco, jefe del equipo médico de la Seleção, que acompañaba a Neymar en una prueba de tomografía computerizada. Y cuando se produjo la llamada, de un momento a otro se convirtió en el portador de la peor noticia imaginable para todo el país, precisamente cuando ese país celebraba una buena actuación, y cuando sus mayores preocupaciones en el regreso a semifinales tras 12 años eran la ausencia del capitán Thiago Silva, sancionado, y la solidez de su adversario, Alemania. De repente, todo eso pasó a un segundo plano.
¿Todo como antes?
En la zona mixta, rodeado de periodistas mientras hablaba del partido y de su sanción, Thiago Silva recibió de uno de ellos la noticia del diagnóstico. No la “fractura de trazo transversal en la tercera vértebra”, sino el dictamen que más importaba y dolía, solamente de cuatro palabras: “Neymar, fuera del Mundial”.
Lo cierto es que no titubeó ni se asustó. Parpadeó un poco, respiró y siguió hablando del próximo paso, como si se tratase únicamente de una baja más: “Tenemos recursos. Contamos con varias piezas que pueden desequilibrar”, afirmó el central, sin poder evitar mirar a su lado y ver al doctor Lasmar también rodeado de periodistas, repitiendo con la misma sobriedad su enésima explicación sobre el trazo transversal en la tercera vértebra y lo que significaba. “Rodrigo está confirmándolo, ¿no?”, comentó el capitán, con aspecto todavía algo perdido, como si solo así, ante la imagen del médico y los medios de comunicación, empezase a darse cuenta y a pensar en lo que, instantes antes, no pasaban de ser cuatro palabras tenebrosas.
“Es triste”, señaló, y se detuvo. “Es triste, porque sólo nosotros sabemos cuánto ha soñado este chico con este Mundial”. Luego vino otra pausa, lo mínimo para comenzar ya a asimilarlo. Y entonces, Thiago Silva retomó el discurso donde lo había dejado antes de saber cuál era la lesión. “Pero estoy seguro de que contamos con jugadores de calidad para suplir esta ausencia. Tengo mucha fe en Willian, que tiene esas mismas características. Vamos a ganar este Mundial. No sólo por Neymar, sino por todos nosotros. Lo merecemos”.
Es imposible pedir al capitán cualquier discurso que no sea ése en un momento así. De repente, una realidad que hasta hace poco era paralela se convertía en la única existente para el Brasil semifinalista. Y en ella únicamente puede hacerse lo que hizo el defensor durante su comparecencia: intentar volver, de algún modo, a la situación anterior a la lesión de Neymar. Como si fuese realmente posible.