Está el caso del profesor Juan Bosch –ex presidente de la República, fundador y líder del partido blanco–, quien abandonó a esa entidad política a finales de 1973 para crear al Partido de la Liberación Dominicana.
Tradicionalmente se ha ofertado la tesis del suicidio político para aquellos que deciden separarse del Partido Revolucionario Dominicano y formar tienda aparte. Y la verdad es que ejemplos sobran, pero no todos los líderes políticos desertores o expulsados tienen la misma dimensión. Ni las circunstancias siempre son las mismas.
Está el caso del profesor Juan Bosch –ex presidente de la República, fundador y líder del partido blanco–, quien abandonó a esa entidad política a finales de 1973 para crear al Partido de la Liberación Dominicana. Le costó trabajo y tiempo, pero logró en 1990 disputar (¡y posiblemente ganar!) la Presidencia de la República.
Podría alegarse que es un caso excepcional, único en la historia del PRD. Y que Bosch tuvo que trabajar durante casi 17 años para que los morados se conviertan en mayoritarios. Pero, desde esa óptica, se olvida que Bosch le disputó a Peña Gómez los segmentos liberales del país, el líder político que mejor conectaba con los sectores empobrecidos. En otras circunstancias el crecimiento del PLD hubiera sido ágil.
De todos modos, es verdad que el grueso de los líderes que han abandonado el PRD ha terminado en el fracaso. Y las bocinas del PLD, únicas defensoras de Miguel Vargas, cuestionan el éxito del naciente Partido Revolucionario Mayoritario. Sin embargo, las circunstancias son favorables al nuevo proyecto, en vista de que el presidente del PRD es rechazado interna y externamente.
Todas las firmas encuestadoras, de cierto prestigio, se encargan de corroborar que el señor Vargas Maldonado no tiene pueblo. Y el suscrito ha podido comprobar que los dirigentes que se mantienen a su lado están por estímulo de carácter material, lo que se expresa con sueldos de la nómina del presupuesto que otorga la JCE, cargos en las instituciones centralizadas y descentralizadas del Estado, entre otros beneficios.
En estos momentos el espacio de las fuerzas democráticas del país está vacío. Ese vacío podría llenarse con el ex presidente Hipólito Mejía (hombre de carisma incuestionable) y Luis Abinader (puntero en las investigaciones de opinión y carente de rechazo). Son los principales líderes de la oposición política de acuerdo a las mismas encuestas.
La convergencia podría aglutinar a los opositores al oficialismo y construir una fuerza política mayoritaria. Las franjas liberales representan, más o menos, el 50% de la población dominicana. Hipólito y Luis alcanzaron un 47% en la contienda electoral del 2012. Ese porcentaje podría subir o bajar dependiendo de un conjunto de indicadores económicos, sociales y políticos.
No hay ningún indicador que revele que los opositores al oficialismo se quedarían con Miguel Vargas Maldonado, un hombre de mala imagen pública y que se le percibe en la población como un aliado del PLD. De hecho la posición que ostenta (presidente del PRD) es el pago que le hace el PLD desde el Tribunal Superior Electoral por el trabajo que le ha brindado a los gobiernistas antes, durante y después del proceso eleccionario del 2012.
Es ilógico pensar, asimismo, que de la noche a la mañana los opositores al PLD se mudarían todos a esa organización política. Siendo así, en algún espacio, sigla o conjunto de siglas políticas se aglutinarían. Esa sería la denominada convergencia.
Que no sueñe el PLD pensando que el PRD se divide en dos mitades. Es verdad que es una sigla que tiene un peso muy grande en el espectro político nacional. Inclusive genera melancolía en sus militantes, pero nunca como ahora, en manos de Vargas Maldonado, esa organización había sufrido un daño tan contundente a su imagen moral. En estos momentos el PRD es una letrina.
Los perredeístas opositores (que son el 95%) acompañarían a los líderes verdaderamente opositores. Y cuando el restante 5% confirme donde es que está la fuerza del pueblo, terminaría también haciendo causa común. La historia electoral dominicana enseña que los electores sufragan para ganar. En todos los torneos electorales, desde que se estableció el sistema del 50% más uno, hemos visto que la gente tiene solo dos opciones.
Y no hay motivos visibles para que esa conducta varíe en el 2016. La impresión que tengo es que el PRD mayoritario y la convergencia constituyen una realidad. El problema está en la falta de órganos electorales que gocen de credibilidad.
Si la lucha no está dirigida, en primer lugar, al retorno de las instituciones democráticas simplemente se le dejaría la cancha sola al PLD y se estaría postergando la crisis.