El diálogo nunca se debe abandonar en las relaciones dominico-haitianas. Hay grupos que prefieren el puño de hierro en vez de hablar, pero ese no es el camino.
Por Manuel Hernández Villeta
El intercambio social, migratorio, político y económico se anarquizó entre Haití y la República Dominicana, porque nunca se establecieron reglas de juego. Era una acción para hacer millonarios a unos cuantos.
Los haitianos que residen de forma irregular en el país, o que carecen de papeles, vienen siendo protagonistas de una situación que nadie tuvo interés en solucionar.
El comercio con Haití es millonario, pero se ejecuta en base a una informalidad que aturde. Las autoridades ahora es que ponen algo de control, pero a los empresarios no les importa la forma en que se realiza el comercio.
De hecho, son muchos los grandes negocios dominicanos que tienen a su principal cliente en el mercado haitiano. Hay una página, en ese intercambio comercial, donde las reglas no están claras.
No se puede levantar una postura tremendista en relación con el caso haitiano. Si hoy hay problemas de migracion, es porque en casi todos los gobiernos no se le buscó solución. Lo que se arrastra desde hace decenas de años, no puede ser corregido en un día.
El país es piedra de sustentación de Haití. En el empleo, el intercambio comercial y la ayuda desinteresada, pero no hay un protocolo sobre como deben convivir los dos países.
Los haitianos ilegales se tienen que ir para su pueblo. Aquellos haitianos que nacieron aquí, tienen derecho a que sus casos se estudien en forma individual. Si hay tantos haitianos ilegales, habría que preguntar quiénes son los responsables de esa situación, y habria que mirar hacia los agro-industriales, los constructores y los capitales volcados al mercado informal.
El diálogo debe continuar, para establecer reglas de juego en las relaciones dominico-haitianas.