En los últimos tiempos en nuestra sociedad se ha querido imponer un criterio del matrimonio y de la familia totalmente errado y fuera de la lógica de Dios . Aduciendo una visión incorrecta de la libertad del ser humano, algunos sectores han estado planteando que es posible que en la República Dominicana se pueda aceptar como válido el matrimonio de dos personas del mismo sexo y la conformación de una familia donde hayan hijos con un padre y una madre que sean ambos de un mismo sexo.
A pesar de los esfuerzos de esos sectores, eso es muy difícil que se acepte en nuestra sociedad, en primer lugar porque la mayor parte de nuestro pueblo es cristiano y entiende que lo válido y correcto es lo que dispuso Dios de que un matrimonio lo conforman un hombre y una mujer. Y en segundo lugar, porque ya eso está planteado como una norma constitucional que no puede ser variada de manera fácil.
La situación ha llegado en la actualidad a un nivel mayor debido a que los Estados Unidos han enviado a nuestra nación a un señor embajador que tiene un esposo y que una de sus misiones es defender un supuesto orgullo gay. Con esas actuaciones dicho embajador está lacerando las normas y la convicción cristiana de la mayoría del pueblo dominicano y está accionando de manera no diplomática. El tiene todo el derecho de defender su preferencia sexual pero no tiene ningún derecho de estimularla y ponerla como modelo para nuestro país.
No hay tal orgullo gay, más bien ser gay es una pena. Nosotros los cristianos no condenamos nunca al pecador sino el pecado. Para nosotros los gay y lesbianas son seres humanos que necesitan amor y respeto, pero que debemos ayudarlos a salir de la situación de pecado y de desviación en que se encuentran. No los condenamos a ellos como seres humanos sino a sus pecados sexuales, por eso no podemos estar apoyando las acciones que en contra de la disposición de Dios sobre el sexo ellos están implementando. Y hay muchos ejemplos de gays y lesbianas que al asumir a Jesús su vida es transformada.
Dios dispuso que un matrimonio se realiza entre un hombre y una mujer. Y bendijo esa relación por siempre y para siempre. En la Biblia hay muchos momentos donde se condena como un pecado las desviaciones sexuales de hombres con hombres y mujeres con mujeres, porque eso no es lo correcto ni lo natural. El sexo fue creado por Dios y él dispuso cómo y en qué circunstancias debe hacerse. Actuar contrario a esa disposición es ponerse fuera de la gracia de Dios y fuera de sus bendiciones para nuestras vidas.
Por eso hay que preservar el verdadero valor del matrimonio y de la familia como los creó y los quiere Dios. Un matrimonio fruto de la unión entre un hombre y una mujer que se quieren, se respetan, se juran amor eterno y procrean una familia donde son modelos para sus hijos e hijas. Ese es el verdadero orgullo que debe defenderse. Ese es el orgullo que hace que nuestra sociedad camine por senderos de amor, de justicia, de prosperidad y de paz.
Euri Cabral
Es Economista y Comunicador
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