Trujillo y Balaguer gobernaron medio siglo de la vida política dominicana. Los historiadores le tienen miedo ir a realizar un estudio sobre la figura de Trujillo, pero a Balaguer lo mantienen en penumbras, o lo consideran un represivo, o callan por cobardía a que se escuchen sus opiniones.
Por Manuel Hernández Villeta
Los doce años de horror norma el peso histórico sobre la cabeza de Balaguer. Permitir el extermino de lo más valioso de la juventud dominicana en los doce años, es una mancha imborrable en su pérfil histórico.
Se puede decir que Trujillo y Balaguer, con líneas paralelas, iniciaron sus carreras políticas en tiempos revueltos, y con el paso de los años surgieron caminos diferentes. Aún dentro del regimen, Balaguer más que un trujillista, era un creador de su propia forma de hacer política, de ser un balaguerista.
El principal legado de Trujillo está por ser analizado y reconocido. Para unos encabezar un gobierno de muerte y terror, para otros, el forjador del Estado moderno dominicano y uno que otro lo ve como la mano amiga de los desamparados.
Balaguer fue sencillamente Balaguer. Su silencio fue su principal atributo. Silencio en una Era donde respirar significaba la muerte. No ser opositor, pero conocedor de que al caer la dictadura, un hombre del sistema tenia que ocupar la silla.
Pero sin lugar a dudas, uno de los principales legados de Balaguer ha sido ser el maestro político de la nueva generación de dirigentes, que comenzaron a caminar luego de las muertes de Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez. Por razones diversas, Balaguer ha sido el ejemplo a seguir de los principales dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano o del Partido de la Liberación Dominicana, por encima de Peña Gómez o de Juan Bosch.
Balaguer se torna una necesidad para los principales partidos del sistema, al momento de ir a unas elecciones, al momento de tomar decisiones gubernamentales, al momento de repartir las fundas, las biciletas de año nuevo, el multifamiliar y la entrega de comida barata a los que no tienen con que comprarla.
Los sectores más conservadores de la sociedad dominicana, que era el frente político de Balaguer, se refugian en torno al liderazgo de Leonel Fernández, mientras que una capa media se acerca a Hipólito Mejía. Esta situación de mezcla para la subsistencia, cierra las puertas a toda crítica profunda a lo que fueron los gobiernos del doctor Balaguer.
Hay un Balaguer de la soledad del poder, y otro, el más humano, el más triste, el de la soledad de la derrota. Como periodista que cubrió las caminatas del doctor Balaguer por cerca de dos años, lo vi solitario, con un puñado de fieles seguidores que no pasaban de quince, caminando a las seis de la tarde de domingo a domingo por el Mirador.
De ese exilio de multitudes y de adulones, Balaguer hizo una nueva plataforma política. La situación del país era dictada por sus diarias declaraciones en la caminata del Mirador, primera página matinal, y análisis vespertino de portada, de todos los periódicos del país. El solitario de la multitud preparando el regreso con una nueva máscara para los diez años. Un auto-maquillista para limpiar la sangre, la muerte y el horror de los doce años.
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