En la actualidad vivimos en una sociedad consumista donde el poder de los medios de comunicación se impone sobre la masa, conviertodola en receptora de lo que producen y provocando en ellas condicionantes que moldean sus acciones y opiniones, por ello muchos autores suponen que la inmediatez de la información han desechado lo actual, dando paso al detrimento de la formación noticiosa, lo que incita al envejecimiento de la noticia.
“Estamos saturados de información y faltos de conocimiento. Sin embargo, el poder de socialización de los medios es inconmensurable, sobre todo de la televisión que tiene un efecto demoledor y sutil, ya que moldea día a día nuestras creencias y actitudes y nos hace a su imagen y semejanza. Ya nadie pone en duda de que la televisión es la principal fuente de socialización, aunque más que socializar y humanizar desinforma y deshumaniza. El poder de socialización de los medios (no solamente de la televisión) viene al multiplicarse al convertirse en tema de comunicación en la familia, amigos”.
Esto sin duda ha generado un sin fin de consecuencias negativas en los televidentes que a diario consumen todo los contenidos que se emiten en noticiarios, programas variados y todo aquello medios que exponen sus ideas y pensamientos.
Si damos una retrospectiva de la televisión de antes comprada con la de ahora es evidente entender que la televisión actual ha aumentado los niveles de violencia, trabajando en la mente del hombre, provocando que adquiera comportamientos violentos como una forma natural de actuar.
Un sin números de expertos entienden que los programas televisivos particularmente los noticieros han incorporado en su programación la emisión de imágenes catastróficas y trágicas, lo cual expone no solo a la victima sino también a los familiares de aquellas que atraviesan por esa situación.
Hablar de violencia en la televisión sin duda es referirse al pan de cada día que reciben los millones de teleespectadores que absorben todo cuando absorben a través de la televisión.
“Se lee poco, se escribe menos, se reflexiona escasamente. Vivimos en la inmediatez, la superficialidad de la imagen momentánea y, aunque criticamos a los medios de comunicación, les demandamos una ración, cada día mayor, de sensaciones. Por eso en la cultura televisiva, la violencia constituye la regla, no la excepción; se transmite la idealización de la supervivencia y admiración hacia el más fuerte, el más insensible, el (educadamente o no) depredador. Llegado a este punto y consciente de que los medios de comunicación reflejan en gran medida nuestro modelo cultural y nuestro sistema de valores, la conclusión que se deriva de ello es que son un problema social. Un problema sería la incidencia que sobre los niños tiene el hecho de que, por ejemplo, durante cualquier semana sin salir de casa hayan podido ver 770 asesinatos, 47 torturas, 28 secuestros”.
Todo esto nos lleva a pensar que ciertamente la televisión resulta determinante en los comportamientos de quienes la consumen, resulta vergonzoso que la necesidad de posicionarse como lideres en audiencia lleve a los medios a trasmitir este tipo de imágenes que mas que informar perturban la tranquilidad mental de quien las ve. Seria bueno que aquellos que usan esta práctica como una estrategia para obtener Raiting tengan el mismo interés de exponer estas imágenes si se tratara de un uno de sus familiares.
Ese excesivo deseo compulsivo es quizás el factor mas directo que provoca que cientos y miles de personas hagan eco de lo que ven y lo que escuchan, esta exposición ha aumentado la violencia en nuestro país, mostrándola como un acto normal, tan normal que la gente si quiera se preocupa de el hecho de asesinar o despojar a una persona de su vida.
Es bueno considerar realizar un cambio en las trasmisiones de imágenes comprometedoras y trágicas por otras más digeribles, contribuyendo a que los niños y adultos dejen de recibir tantas noticias espeluznantes y turbulentas y con ello vender y proyectar una televisión menos sensacionalista y más profesional.