La sociedad dominicana es prisionera de sus debilidades, de su falta de vigor para lograr el afianzamiento de sus instituciones, de su miedo a la verdad, y de su ceguera para entrar a la senda del futuro.
Cuando los líderes de opinión tienen las manos atadas, y los ojos con una venda, se traduce en que la mayoría de la población no sabe por que atajo tomar, y es víctima de la desaprensión de los vivos.
Las debilidades que padece esta sociedad es lo que fomenta la delincuencia. No hay política educativa, no hay levantamiento de normas morales, y más bien todo se deja hacer y pasar, si detrás de esa acción hay un puñado de dólares.
Las villas miseria no son un adorno de planificación urbana, sino una manifestación del abandono, la promiscuidad, la falta de una distribución de las riquezas con sentido social.
Del desamparo de miles de ciudadanos que no tienen fe en el futuro, y su presente es negro, de abandono, solo puede venir la violencia social en cualquiera de sus manifestaciones, desde la delincuencia común hasta la explosión política.
No es cuestión de leyes creadas por irresponsables que únicamente quieren titulares de periódicos, sino que la hora es de concertar por el desarrollo.
No se puede dar la igualda social, ello es cuasi imposible, pero si puede haber concertacion para tratar temas específicos, que pueden ser la educación, la salud, la justicia, el trabajo y el desarrollo general.
Los partidos políticos ven a las normas constitucionales e institucionales como un simple programa de gobierno, que nunca piensan que van a cumplir. Es la forma de salir de un compromiso social, sin tener que luchar por nada.
Somos partidarios de cambios de pensamiento, de equidad comunitaria, para que la sociedad deje de tener las piernas de gelatina, y su brazo sea fuerte y certero para mantener la justicia y el imperio de la ley.