Es la pregunta que suelen hacerme la gente: “Dime, ¿el hombre va o no va?”, refiriéndose al ex presidente Hipólito Mejía. “¿Es verdad que legará su liderazgo en un hombre más joven?” “¿Es cierto que decidió no aspirar a la presidencia de la República?” “Escuché que Hipólito apoyará a Luís Abinader, ¿es verdad?”.
¡Si Hipólito va o no va, las circunstancias lo dirán!
Ahora no están dadas las condiciones para que el ex presidente Mejía tome una decisión definitiva y definitoria sobre su porvenir político. Habrá que esperar. El tiempo es el mejor aliado de los políticos sensatos y ecuánimes, más cuando ha sido presidente de la República. El tiempo puede ser su enemigo, pero también su aliado. En ese sentido dejemos que las manecillas del reloj sigan corriendo inevitable, implacables…
La preocupación no debe ser si “el hombre va o no va”. Hipólito no puede darse el lujo de anunciarle al país una candidatura en medio de una crisis partidaria sin solución. ¿Candidato de qué partido? ¿De un PRD destrozado y reducido casi a nada por el gobierno a través de Miguel Vargas, la Junta Central Electoral y el Tribunal Superior Electoral? ¿Candidato de una organización que aún no se ha constituido debidamente como el Partido Revolucionario Mayoritario? ¡Sería una locura!
Si Hipólito sale a la calle a promover su imagen presidencial estaría cometiendo un grave error, pues le generaría al PRM una crisis antes de nacer. El olfato y la madures que solo da la experiencia acumulada por los años, aconseja a no poner la “carreta delante de los bueyes”. Cada cosa a su debido tiempo…
No es una candidatura lo que está en juego en estos momentos, es la vida política y democrática del país. Un volcán social está hirviendo en el seno de la sociedad dominicana que podría incendiarlo todo. Muchos miopes no lo ven porque no siente los movimientos telúricos. Pero se avecinan tiempos más difíciles que los actuales.
En ese sentido Hipólito sería un irresponsable si saliera a juramentar abogados, médicos, escritores, diputados, regidores y dirigentes de su propio partido o entorno cuando lo que procede es formar un partido,desarrollarlo y crear los mecanismos diligénciales, dotándolo de una ideología que sirva de base para una propuesta programática que lo diferencie de los demás partidos políticos del país.
Quienes lo conocen saben que Hipólito no es un hombre obsesivo, terco, de los que prefieren que entre el mar si no logran sus propósitos. Más que la presidencia de la República, Hipólito está trabajando por la creación del PRM, luego por su fortalecimiento.
Con un partido fuerte y unificado, creado con todas las de la Ley, entonces buscar un método democrático para que las bases elijan los candidatos, incluyendo el presidencial. No hay por qué desesperarse.
Hipólito no le creará al PRM y a la Convergencia una crisis innecesaria.
Hipólito no está obsesionado con la candidatura presidencial. En todo caso está obsesionado con sacar del poder al PLD; está obsesionado con ganar las elecciones del 16 para producir los cambios urgentes que demanda el pueblo.
Hace unos días un chófer de carro público me gritó: Juan T H, ¿Hipólito va o no va? no le respondí, pero pensé, en la frase de Ortega y Gasset, “el hombre es él y su circunstancia”.
Creo sinceramente, que en última instancia, más allá de los deseos del propio Hipólito, serán esas circunstancias y la gente, las que decidirán si será o no será el candidato del PRM y la Convergencia por un mejor país.
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