A dos años de iniciado un cuarto mandato gubernamental presidido por un gobernante perteneciente al Partido oficialista, el presidente Medina le ha encargado a su Ministro de Economía la enjundiosa misión de destacar los resultados en materia social de su gestión de gobierno. Estrategia concebida, a todas luces, para fomentar una posible reelección o, en caso no propicio, orientada a implantar la base para un futuro retorno a la silla presidencial del actual mandatario.
Por Bernardo Hirán Sánchez Melo, Ph.D. (El autor es Economista)
Es importante destacar que Medina contrario a su predecesor, Leonel Fernández, quien sustentara su gestión de gobierno en un gasto excesivo en inversión pública, dirigido a la perpetuación de su figura mediante la construcción de mega-obras, al estilo de su mentor, Joaquín Balaguer, intenta reenfocar el gasto público hacia urgencias propias de los sectores sociales que la población ha reclamado con mayor vehemencia, tales como la educación, esto sin renunciar a la escalada de endeudamiento y al déficit fiscal como mecanismo de financiamiento.
Así las cosas, el actual Ejecutivo, urgido por motivaciones reeleccionistas e impedido de ejecutar un programa de inversión en mega-construcciones, pretende mostrar ante la opinión pública, el empresariado dominicano y la sociedad dominicana en general, que su política social ya surte efectos en los sectores empobrecidos de la población dominicana.
De ahí que, el Ministro de Economía, Temístocles Montas, cariñosamente Temo, saca de las mangas una de sus mejores Ases y la muestra al público: La actualización de las Estimaciones Oficiales de la Pobreza-julio 2014. En tanto, el crupier del Banco Central, en un intento de atajar la contraofensiva del empresariado dominicano que, a través del CONEP, está desvalijando las estadísticas sociales en su intentona de demostrar las desventajas de la informalidad en pos de lograr una contra reforma en el Código Laboral dominicano, se destapa con el argumento de las ventajas de los ingresos del sector informal sobre los del formal.
En efecto, se enredan entre las patas de los caballos, las aspiraciones, no confesas, del Presidente Medina, quien es el más interesado en preponderar de manera favorable las estadísticas de la pobreza, la desigualdad, los ingresos salariales y la informalidad, como banderín de su gestión de gobierno; las asechanzas de Leonel Fernández, quien reclama ante su Partido su condición de artífice de la continuidad del Partido morado; los argumentos del empresariado dominicano sobre la informalidad, que de paso desnuda la realidad social del país en pos de lograr que los informales también tributen, éste último sin darse cuentas que le está echando una pasta de jabón al sancocho de las aspiraciones de continuidad del oficialismo.
Ese es el panorama político que se oculta tras el regateo de las variables económicas, presentadas en el Informe sobre la Pobreza de julio de 2014, y que muestra una reducción de la pobreza en un, nada despreciable, 6%, al pasar de 42.2% en septiembre de 2012 a 36.2% a marzo del 2014, es decir una reducción de 534,000 individuos, que de golpe y porrazo pasaron de ser pobres a no pobres. Reducción atribuida, entre otros factores, al efecto positivo del incremento del ingreso mensual real per cápita a nivel nacional de 8,693 pesos a 8,822 pesos. En tanto, en lo que respecta a la desigualdad en el ingreso, la población dominicana es menos desigual en el ingreso al reducirse el Índice de Gini a 46.3 en marzo del 2014, menor al 49.9 de septiembre de 2012.
Ahora bien, utilizando la misma fuente de datos provenientes del Informe y los datos de la Encuesta de la Fuerza de Trabajo que realiza el Banco Central, habría que hacer la siguiente reflexión:
- En la actualidad el Ingreso per cápita no se reconoce como un indicador del bienestar del todo aceptable, dado los elevados niveles de desigualdad en la distribución del ingreso. De modo que, el hecho de que en un país se incremente la renta per cápita, no necesariamente significa que toda la población haya recibido las bondades del crecimiento. En ese sentido, el hecho de atribuirse la disminución de la pobreza a un mayor ingreso per cápita, pudiera invalidarse al no considerarse la prevaleciente desigualdad económica en la población dominicana, esto aun habiéndose, según el Informe, reducido en 3.6 puntos el Indice de Gini.
- Tómese en cuenta que en teoría, con un ingreso per cápita de 8,822 pesos, los hogares dominicanos (compuestos por 4.6 miembros promedio) estarían recibiendo en promedio 40,581 pesos mensuales, cantidad que resulta muy distante del salario mínimo que prevalece en la mayoría de la población perceptora de ingresos y de los ingresos que realmente reciben más del 60% de los hogares dominicanos.
- Aun con un ingreso real de 8,822 pesos mensuales, a marzo de 2014, no se recupera siquiera el poder adquisitivo del salario mínimo de inicio de los ochenta.
- Según los datos de la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo del Banco Central, los perceptores de ingresos en el sector formal logran alcanzar la canasta correspondiente al primer quintil, valorada a precios base de diciembre de 2010, en 10,408 pesos, a partir del quinto decil de la población ocupada, es decir un 50% de la población ocupada en el sector formal recibe ingresos por debajo de los 10,408. Mientras en el sector informal se logra alcanzar el monto de la canasta del primer quintil, a partir del séptimo decil de la población ocupada, es decir un 70% de la población ocupada en sector informal no logra completar la canasta básica del grupo de menor ingreso.
He ahí pues los datos, que habría que contrastar con la realidad que vive la gran mayoría de la población dominicana, la que vive el dominicano de a pie, la gente que para visitar es necesario brincar un charco.