Por Hecmilio Galván*
No parece haber dudas de que con el dinero que nos han robado, han hecho ya a andar una perversa maquinaria que moverá no solo vientos, sino también tempestades en la República Dominicana, porque este es un país, tan pervertido y corrompido, que siempre ha habido quienes se vendan al mejor postor, y siempre habrán muchos, que olvidará todo el sufrimiento anterior por RD$500 pesos a la hora de votar. Los primeros, mendigos y mercaderes políticos, escorias humanas, son conscientes de su acción y han convertido la política en una forma de vida; y los segundos, marginados de siempre, son instrumentos ciegos de su propia destrucción.
No cabe duda que el grupo de Leonel Fernández, que se dedicó durante sus 8 últimos años de Desgobierno a acumular la más increíble fortuna que grupo político haya logrado en la historia dominicana, está muy consciente del papel de la plata (mal habida) en los triunfos electorales. Tanto así, que se olvidaron totalmente de gobernar y se dedicaron fundamentalmente a robar y a secuestrar las instituciones judiciales y políticas, confiados en que lo primero le granjearía muchos adeptos y votos comprados, y lo segundo les garantizaría impunidad.
Esa y no otra explicación puede darsele al Contrato de la Barrick Gold, La Sund Land, la Enade, los edificios de la UASD y Bellas Artes, La Mafia de las Importaciones, La Isla Artificial, eL Metro, el regalo de Sans Soucí y la Base Naval, el fraude de los Super Tucanos, la entrega de Loma Miranda y las demás concesiones mineras, la venta de Antena Latina, el fraude en los contratos eléctricos, la Mafia de los Combustibles y la concesión de los Peajes, para no mencionar todo lo que en esos años aconteció.
Comprando la prensa, a partidos aliados, a instituciones académicas y sociales, a líderes de opinión y a cualquiera que se ponga precio; y secuestrando las instituciones políticas más importantes (Altas Cortes, Camara de Cuentas, Congreso Nacional, JCE, etc) , ese grupo creyó que podía mantenerse intocable e impune. Por eso también decidieron meter su mano hasta el fondo para lograr el triunfo de Danilo Medina, asustados por la posibilidad de una cárcel injustamente aplazada.
Nunca contaron con la rebelión de noviembre de 2012, y lo que él mismo llamó las “hordas” en FUNGLODE. Nunca contaron con las querellas contra Leonel, Félix Bautista y Víctor Díaz Rúa, y que fuera el mismo Danilo Medina el que destapara el Fraude Fiscal de 205 mil millones y el fraude del Oneroso Contrato de la Barrick Gold. Nunca contaron con el despertar de las clases medias, y las cientos de manifestaciones que ocurrieron entre noviembre y diciembre de 2012, que llegaron desde Nueva york a Berlín. Nunca contaron con que su líder iba ser juzgado en los parques y plazas de toda la República en la mayor demostración de repudio que un líder político haya acumulado, al menos en las últimas décadas.
Sin embargo, su estrategia sigue siendo la misma. En primer lugar, usar silenciosamente los ríos de dinero para recomponer sus estructuras y hacer torcer la negativa percepción que tiene el pueblo dominicano sobre ellos, por lo que no es casual la proliferación de supuestos movimientos de apoyo, y es indicativo el surgimiento de una supuesta agrupación llamada Jóvenes con Leonel (JUDEL) como vanguardia del proceso, con el objetivo “lavarle la cara” al latrocinio que ellos cometieron. Intentarán mostrar un rostro fresco y renovado para intentar borrar el rechazo que el pueblo ha mostrado en su contra.
En segundo lugar, la otra estrategia es la convencional, obedece al axioma “Divide y Venceras”, el cual es la base fundamental del triunfo peledeista, que sin ser el partido más grande, se concentra en mantener dividida a la oposición, logro que le renta mejor que cualquier otra cosa. Todos los dardos envenenados estarán orientados a La Convergencia, ya que logaron consolidar la división del PRD.
Su principal objetivo será que los partidos emergentes (APD, ALPAIS, DXC, etc) y las organizaciones sociales y políticas no logren significar la coyuntura en que nos encontramos y comprender la necesidad histórica de unificar esfuerzos para evitar el retroceso y la consolidación de un secuestro de la institucionalidad permanente que se produciría de mantenerse el PLD en el poder.
Desde Trujillo hacia acá, ningún partido político ha permanecido más de 12 años en el Poder y ninguno había concentrado más poderes juntos. El infausto regreso de Leonel en el 2016 sería peor en términos históricos, que el regreso de Balaguer en el 1986 y podría significar un atraso político, económico y social sin precedentes al país. Los líderes de cada uno de esos partidos y de las organizaciones sociales del país están obligados a visibilizar el peligro a la democracia que representaría la permanencia de un sólo partido en el Poder, y especialmente el regreso de Leonel, lo que constituye una razón fundamental por la cual se hace necesario deponer actitudes y contradicciones secundarias y ser parte protagónica del esfuerzo unitario.
Pero no dos ni tres bloques o esfuerzos opositores, ya que la mejor ganancia de causa para Leonel y su grupo sería el surgimiento de una tercera vía o cuarta vía, que alentarán con recursos y respaldo de todo tipo. Ese rol, de tercera vía, le ha de tocar a Miguel Vargas y al antiguo PRD, que ya hace tiempo está bailando al merengue que toquen Leonel y el PLD.
Los grupos y partidos democráticos, progresistas y los inmensos sectores que rechazan la práctica política del Grupo de Leonel Fernández y del PLD que ellos han secuestrado, así como la inmensa población que les rechaza, tienen la obligación de unificarse en un solo bloque, el cual se está construyendo desde hace dos años en la mesa de La Convergencia. Si queremos derrotar el retroceso, no tenemos otro camino.
La otra estrategia que utilizará este perverso grupo, será intentar dividir a lo interno de La Convergencia, tratando de crear contradicciones por el tema de las candidaturas (especialmente la presidencial), sin embargo, la madurez y la conciencia del momento histórico, deben hacer que esta estrategia fracase, manteniendo la cohesión y nuestro rol histórico, independientemente de cuales sean los candidatos seleccionados, porque La Convergencia no es un proyecto electoral únicamente, sino una necesidad histórica ante la coyuntura que vivimos, y como tal, tenemos que asumirla para derrotar el proyecto autoritario y antidemocrático que se cierne contra la República.
*El Autor es Secretario General de La Multitud y Coordinador General de La Convergencia por un mejor país