La cifra de atletas participantes superó por primera vez el millar, con mil 151, de los cuales 174 fueron mujeres que compitieron oficialmente.
Por Lemay Padrón Oliveros [email protected]
La Habana (PL).- Los IV Juegos Deportivos Centroamericanos constituyeron el primer evento deportivo de magnitud organizado por Panamá en los albores de su vida republicana, hace ya casi 80 años, del 5 al 24 de febrero de 1938.
Fueron los primeros certámenes regionales que incluyeron la denominación "y del Caribe", tras la inclusión de Colombia y Venezuela, aunque desde antes competían Cuba y varias islas caribeñas.
El Estadio Nacional fue la sede de la ceremonia inaugural, y estuvo abarrotado de público porque el Gobierno aprobó el cierre de las oficinas públicas y los comercios a partir de la una de la tarde del 5 de febrero de 1938.
Por eso, una hora antes del inicio, a las cuatro de la tarde, ya el recinto se encontraba atestado de público.
El presidente de la República, doctor Juan Demóstenes Arosemena, dejó oficialmente inaugurados los Juegos en el regreso tras la Segunda Guerra Mundial, los primeros que intentaron construir una Villa Olímpica para los atletas, proyecto que al final no fructificó.
La cifra de atletas participantes superó por primera vez el millar, con mil 151, de los cuales 174 fueron mujeres que compitieron oficialmente.
También se incrementó el número de países a 10, con el estreno de colombianos y venezolanos, y fue el escenario propicio para el retorno a la competición de Jamaica, aunque se sufrió la ausencia de Guatemala.
Panamá también tuvo el honor en esa oportunidad de implantar récord en cuanto a mayor número de disciplinas, con 18, y entre las nuevas que se incorporaron al programa de competencias en 1938 estuvieron el levantamiento de pesas, con cinco categorías de tres movimientos cada una.
Asimismo, se compitió por primera vez en polo acuático, frontenis y ciclismo (kilómetro contra reloj, mil metros persecución individual, cuatro mil metros persecución por equipos, ruta individual, velocidad y scratch), además de la prueba de maratón en el atletismo.
Aunque ya las mujeres habían debutado, en esta ocasión se incluyeron nuevos deportes para ellas, como el atletismo y la esgrima (florete), que se sumaron a los ya conocidos: baloncesto, natación, tenis y voleibol.
En adición, por primera vez se efectuaron Juegos Florales, con concursos de arquitectura, escultura, pintura, grabados, caricaturas, artes gráficas, literatura y música, ajedrez y pentatlón juvenil, así como un congreso de redactores deportivos.
La nación sede, México y Cuba obtuvieron 24 medallas de oro cada uno, pero fueron los mexicanos quienes conquistaron el primer lugar con un total de 72 preseas (24-32-16), dejando a los anfitriones en el segundo con 67 (24-22-21), y los cubanos en tercero (24-17-19).
DEPORTISTAS SOBRESALIENTES
Individualmente sobresalieron la panameña Nola Thorne, campeona en el hectómetro, 80 metros con vallas y relevo 4×100, y el ciclista venezolano Teodoro Capriles, ganador de la contrarreloj por equipos y la ruta individual, segundo en contrarreloj individual y tercero en velocidad y scratch.
Otro representante de la disciplina de las bielas y los pedales, el anfitrión Oscar Layne, fue primero en la prueba contra el tiempo y la rápida, y segundo en la contrarreloj colectiva.
En total se establecieron 16 récords, con destaque para los velocistas Jennings Blackett (Jamaica) y Jacinto Ortiz (Cuba), quienes igualaron el primado universal de 100 metros planos.
Su marca de 10 segundos y tres décimas en la semifinal fue la misma con la que el estelar estadounidense Jesse Owens se había llevado el cetro en los Juegos Olímpicos de Berlín-1936.
Por Cuba sobresalieron el pelotero Agapito Mayor, ganador de cuatro de los cinco juegos que le dieron la corona a los suyos sin permitir carreras, los nadadores, quienes sólo dejaron escapar un título sumando hombres y mujeres, y el legendario esgrimista Ramón Fonst.
Fonst sube nuevamente a la plancha, Âícon 55 años! en el estadio olímpico de Panamá, como integrante del equipo cubano de espada, y lo impulsó decididamente hacia la medalla de oro.
Esta fue su última aparición en eventos oficiales, aunque el insigne esgrimista realmente nunca "colgó el sable" porque hasta avanzada edad tiraba asaltos de exhibición y con amigos en el patio de su casa.
En el baloncesto no hubo ganadores, pues no se efectuó el partido por el oro en ninguno de los dos sexos. Los organizadores alegaron cansancio de los participantes, pero algunos historiadores apuntan a falta de seguridad para los conjuntos visitantes.
Otra curiosidad se dio en el boxeo con la retirada de la comitiva cubana. En un pleito de los pesos medianos entre Gaspar Segrera y el mexicano Ignacio Márquez los jueces dieron la pelea empatada, pero el árbitro principal declaró vencedor al cubano.
El Comité anfitrión se reunió y acordó celebrar un nuevo combate ante la protesta de México, pero Cuba se opuso y retiró a sus boxeadores.
Fueron esos los sucesos principales acontecidos en el istmo del 5 al 24 de febrero de 1938, hace casi exactamente 80 años, cuando los Juegos ampliaron su nombre.