Lo que menos deseaba a lo mejor el presidente Barack Obama era intervenir militarmente en Siria en una situación que favoreciera al actual presidente Bashar al-Asad, pero ante la ofensiva yihadista de Estado Islámico (EI) y la conmoción que ha provocado el vídeo de la decapitación del periodista Jim Foley le está obligando a cambiar de estrategia.
Se deduce de de las declaraciones del alto mando militar que el Pentágono prepara una ofensiva en territorio sirio contra posiciones yihadistas. El objetivo ya no es la dictadura de Bashar al-Asad, sino paradójicamente el peor enemigo del dictador que también lo es de Occidente, Estado Islámico.
Se ha concluido en que la amenaza de Estado Islámico debe ser combatida en todos sus frentes y los ataques aéreos no serán suficientes para derrotarle.
Esta es la tesis que sostiene el mando militar estadounidense, proclamada por el Jefe de Estado Mayor, el general Martin Dempsey, en presencia del secretario de Defensa, Chuck Hagel.
"Estado Islámico no puede ser derrotado sin atacarle por los dos lados de una frontera \[la de Iraq con Siria\] inexistente", declaró el general Dempsey.
Con este planteamiento de táctica militar era obligado preguntar a continuación al secretario de Defensa si la decisión política de intervenir estaba ya tomada. Chuck Hegel respondió: "Estamos estudiando todas las opciones".
En una conferencia de prensa en el Pentágono que en principio debía centrarse en los detalles de la operación militar frustrada para liberar al periodista Foley, Hegel y Dempsey se extendieron más de lo previsto en argumentar la necesidad no sólo de "frenar" la expansión de Estado Islámico, sino de utilizar todos los instrumentos necesarios para "derrotarlo".
Probablemente por eso Hagel y Dempsey reiteraron referencias que insinuaban la necesidad de organizar un frente común con los aliados, no sólo las fuerzas regulares iraquíes y las tropas kurdas sobre el terreno, sino también con los países aliados europeos, que en opinión de Estados Unidos, están igualmente amenazados.
Todo apunta a que el Pentágono se plantea una ofensiva importante y prolongada en el tiempo junto con los aliados de la OTAN e incluso a ser posible con el aval de Naciones Unidas.
El general Dempsey dejó claro que "los ataques aéreos representan una pequeña parte de lo que es necesario para derrotar a Estado Islámico".
Oportunamente Naciones Unidas emitió ayer un comunicado para recordar que la guerra civil en Siria ya ha provocado 191.000 muertos.
La Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Navi Pillay, parecía reivindicar la coalición internacional cuando declaró que "los asesinos y torturadores en Siria se han visto reforzados y envalentonados por la parálisis internacional y es esencial que los gobiernos adopten serias medidas para disuadir los crímenes".
Para el Gobierno estadounidense la amenaza de Estado Islámico "va más allá de la de un grupo terrorista".
Se trata en su opinión de una organización que tiene "una visión apocalíptica del fin del mundo que necesariamente tiene que ser derrotada".
Es decir, hasta ahora la estrategia de Estados Unidos era frenar la expansión de la organización yihadista, pero se ha expandido tan rápidamente en el territorio, ha crecido en partidarios y ha conseguido financiación y armamento sofisticado en tan poco tiempo, que la única opción planteada es acabar con ella, "aplastarla" en palabras del secretario de Estado John Kerry, o "extirparla" como un tumor canceroso como prometió Obama.