Por Felipe Mora.
Día tras día, la capital dominicana se convierte en un mayúsculo desorden por causa de cientos de miles de vehículos que se desplazan por sus calles y avenidas. Otras urbes en el interior atraviesan por situaciones parecidas.
Los eternos embotellamientos en el tránsito provocan irritaciones entre conductores, pérdida de tiempo, de combustibles, entre otras complicaciones.
A esto hay que agregar los conductores desaprensivos que transitan en vía contraria, violación de la luz roja de los semáforos, rebases temerarios, hablar por celulares y/o chatear mientras se conduce. Y las regulaciones ni siquiera se aproximan a resolver los inconvenientes.
A nivel macro, es un grave problema la situación actual del tránsito, al que el Presidente Danilo Medina promete que empezará a priorizar en los próximos dos años.
Antes que experimentar mejoría por soluciones muy tenue que se hayan aplicado, el caos en el tránsito vehicular en la ciudad de Santo Domingo y los principales centros urbanos del interior, cada día tiende va en dirección a lo peor.
El Distrito Nacional y las provincias Santo Domingo y Santiago aglutinan en sus vías el 52.87% del parque vehicular en sentido general. La capital tiene 28.51%, Santo Domingo 16.12% y Santiago 8.24%. Son datos que aporta la Dirección General de Impuestos Internos (DGII).
Desde el fin de la tiranía, el tema relativo al tránsito vehicular en sentido general–con especial énfasis en el sector transporte- se ha apoyado en un sinnúmero de instituciones oficiales que, en resumidas cuentas, no han conseguido soluciones a la postre definitivas a un problema tan complejo.
En calles, avenidas, autopistas y carreteras la irresponsabilidad en el manejo temerario de vehículos de motor es compartida por miles y miles de conductores a nivel nacional, pero principalmente motociclistas y guagüeros. Al menos, la colocación de unidades motorizadas de la Comisión Militar y Policial del Ministerio de Obras Públicas ha contribuido para que no pocos conductores se desplacen con mayor seguridad por las carreteras.
Las imprudencias y provocaciones en el conducir son el principal abono para que con inusitada frecuencia ocurran accidentes con su saldo de muertos, heridos y cuantiosos daños a la propiedad.
Las estadísticas oficiales no nos dejan mentir. En la primera mitad del presente año se registraron 770 accidentes a nivel nacional que causaron 881 muertos: 770 hombres y 111 mujeres (son cifras de la OTTT).
Tres años antes, en 2011, según datos de la Oficina Nacional de Estadística (ONE), murieron 1,584 hombres y 249 mujeres a causa de accidentes, mientras que en 2012 los muertos por esa causa sumaron 1,526 hombres y 242 mujeres.
En 2013 se registraron 1,901 muertes por esa causa: 1,682 hombres y 219 mujeres, según el Observatorio de Seguridad Ciudadana.
En un período de 36 meses (de 2011 a 2013), el país perdió US$4,090 millones por los efectos de 14,717 accidentes de tránsito ocurridos en ese lapso de tiempo. Esos datos los aporta Mario Holguín, presidente de FundaRed, al participar en el Congreso America FIA 2014.
No hay que ser experto para uno darse cuenta que día tras día el tránsito vehicular que circula por calles, avenidas y carreteras provoca trastornos de los más variados efectos. Y hay un serio agravante: el parque vehicular tiende a aumentar día por día. De 2012 al 2013 la cantidad de vehículos en el país aumentó en 163,087 unidades. Al 31 de diciembre habían 3,215,773, según cifras de la DGII.
Observando el comportamiento de choferes y conductores, máxime si están afiliados en sindicatos de transporte, me atrevo a sugerir que el tema relativo al tránsito vehicular y las normas que lo regulan sea incluido como asignatura básica en las escuelas y colegios, desde la educación inicial y hasta los niveles superiores.
Creo que esta idea debería gozar de la aceptación de toda la ciudadanía sensata, mucho más ahora que se ha puesta en práctica el sistema del 911, en el que hay involucradas 15 instituciones que tienen por misión proteger, cuidar y dar servicio a la ciudadanía en casos de emergencia, incluidos accidentes de tránsito que adquieren los niveles de tragedia.