Por Simeón Alcántara | Hoy en día hablar de prostitución en República Dominicana es algo casi común. A tal punto, que una gran parte de la población hasta conoce los lugares donde se practica este tipo actividad sexual aunque no utilice este servicio. Lo cierto es que este acto tiene su público y es una realidad en muchos sectores del país.
Un caso particular se puede percibir en la calle La Paz de Villa Marina, Santo Domingo Oeste –próximo al kilómetro nueve de la autopista Duarte-, donde todos los días mujeres y transexuales realizan esta labor. Llegan a las 10 de la noche hasta que el sol les anuncia que es la hora de dormir, para ellas.
Aprovechan las tinieblas que se adueña cada noche de esta calle por su falta de iluminación y se ubican tanto en la calle La Paz esquina autopista Duarte, como en la calle La Paz esquina antigua carretera Duarte vieja, para ofrecer sus servicios a todos los que pasan por estos lugares. Dejando cada mañana un montón de empaques usados de preservativos predominando los de la marca Pante de color amarillo.
Sexo oral 50 y penetración 100
Algunas de las trabajadoras consultadas no quisieron hablar del tema y pidieron que se les pagara 500 pesos para emitir opinión. “Tienen que pagarme como si fueran a solicitar mis servicios, mi tiempo es muy valioso, aparte de que llegué ahora mismo y no he picado nada” dijo una de las dos mujeres que estaban paradas en la oscuridad de la calle 4 casi esquina antigua carretera Duarte (a dos esquinas de la calle La Paz).
Antes de ser consultadas le habían dicho a un transeúnte interesado: “sexo oral 50 y penetración 100”, dando detalles y precios de su paquete de servicios.
Vecina: “Esto era un residencial”
Grissette Gonzáles, quien lleva 20 años viviendo en la zona, dice que no se puede comparar el sector hoy día con lo que fue hace 7 ó 8 años atrás. “Esto era un residencial donde no pasaba ni gente, ahora es un barrio de quinta categoría” puntualizó Grissette.
Gonzáles que vive en la calle segunda número tres esquina calle La Paz comentó que los líos de los travestis y prostitutas con sus clientes son los más usuales. “Muchas veces se les quieren ir sin pagar. Total, ellos lo que cobran son algunos 20, 30 ó 40 pesos” dijo en tono exclamativo.
Contó que en una ocasión se asomó a la ventana a ver porque una joven gemía y se estremeció cuando vio esta adolescente sosteniendo relaciones con un hombre sobre un motor ’70 en el medio de la calle. “Me quedé sin palabras” confesó.
Agregó que así como se mudó el pelotero de grandes ligas Pedro Martínez que vivía en la casa número seis han hecho muchos vecinos tras desencantarse del lugar.
Dijo además que su calle: “se ha convertido en un punto de encuentro para travestis que son recogidos y dejados por personas con vehículos lujosos. Se puede suponer que son de buen nivel económico por sus monturas”.
También comentó que no han denunciado: “porque la policía está confabula con ellos y estos pasan todas las noche a buscar ese dinerito que le guardan las prostitutas”.
La casa número 12: Residencia abandonada utilizada por prostitutas y drogadictos
Rincones, paredes y vehículos estacionados son utilizados cada noche por este grupo de trabajadoras sexuales para sostener relaciones con sus clientes. También utilizan la casa número 12 de la calle número dos casi esquina calle La Paz.
Este lugar lleva varios años abandonado según vecinos. Su entrada es un portón color dorado en mal estado, cerrado con cadenas, pero las susodichas utilizan una apertura de unas 20 pulgadas en la esquina inferior derecha para entrar con sus clientes y realizar sus fechorías. También es utilizada por los travestis para cambiar su personalidad cuando cae la mañana y por drogadictos para consumir sustancias controladas.
La Paz es el antónimo de lo que viven los residentes de este sector cada noche. Es una metástasis de lo que está pasando en muchos otros barrios populares. No es un tema novedoso ni sorprendente ya que República Dominicana figura como uno de los países que más aporta al mercado de la prostitución sexual mundial, tras detectarse la presencia de prostitutas dominicanas en 66 países en las últimas cinco décadas.