José Rafael Sosa/Servicio Especial
Lucy, del director francés Luc Bensson, con quien el cine debía guardar respeto por haber entregado La Femme Nikita, León, la desquiciante primera producción francesa de ficción con el andamiaje de lo mejor de los efectos especiales El Quinto Elemento, es una truculencia que, sobre la base de un trailler prometedor y fatuo, al cineasta de inteligencia mediana, dejará frustrado.
La cinta venderá mucho por su notable sabor de producción de verano, con acción y efectos como atractivo, pero si se dice que un director es tan bueno como su última película, hay que ir despojando a Luc Bensson, de sus méritos del pasado reciente.
Tras ver Lucy en la impactante dimensión sensorial del Imax de Blue Mall, Palacio del Cine, en la cual sonido e imagen se ocupan de proporcionar una experiencia singular y única, es claro que la cinta nos deja con un mal sabor de boca.
Es tan solo recomendable para pasar un rato, sin atreverse a pensar para nada en sus planteamientos y disfrutar su ritmo, el arrollador sabor de triller comercial y una edición trepidante.
Será una delicia para quienes gusten de esa combinación sincrónica de ficción y efectos especiales, consustanciales con estas películas.
A Bensson se le sigue reconociendo su condición de buen manejador de la imagen, del ritmo, de los pasajes pasados, de la elaboración rápida de imágenes icónicas del medio ambiente para producir un discurso ambiental que no necesita palabras, pero esto no evita la decepción.
El trailler de Lucy simplemente no se compromete con lo ofrecido y resulta ser derivación plagiaria de la obra de David Lynch y con unas notables apelaciones, un tanto descaradas, a The Matrix, de Lana y Andy Wachowski, en un descenso lamentable del premiado Luc Bensson que ya no es el mismo de La Femme Nikita o de El Profesional (León), con Jean Reno.
El trailler traiciona al espectador al ofrecer un planteamiento atractivo y desvanecerse en la medida en que pasa la primera media hora de película para caer en un aluvión de efectos especiales tan innecesarios como apabullantes en el cumplimiento de la irracional inversión que persigue asegurar taquilla por la vía de la espectacularidad lograda en las computadoras.
Lynch peca ahora al entregarse a facilismo audiovisual que genera boletería pero que reduce el prestigio personal de un cineasta que se ha dejado cercar los ingresos de la industria.
Actoralmente Scarlett Johansson, Morgan Freeman cumplen con los papeles asignados tal cual ordena el mandato, mientras que resalta la caracterización del jefe de banda que representa Choi Min-sik en un sitio re-conocido ya por seguir ubicando a los orientales como los malos mas malos del planeta. Repetición de estereotipos y vueltas sobre lo mismo.
Buena para pasar el rato. Y pare de contar.
Sinopsis
Una mujer obligada a ejercer de mula (de drogas) y que adquiere poderes sobrenaturales cuando la bolsa de la droga se rompe y los narcóticos entran en contacto con su cuerpo. Entonces, se convierte en una máquina de matar, adquiere una memoria prodigiosa y la velocidad del rayo.