La corrupción y ambición desmedida han llevado a la sepultura el liderazgo y futuro político de importantes figuras latinoamericanas, siendo el caso reciente del ex presidente de El Salvador, Francisco Flores, quien estaba prófugo de la justicia tratando de burlar una orden de captura internacional por enriquecimiento ilícito.
Este joven político del derechista partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y promotor del neoliberalismo económico, quien gobernó el país centroamericano entre 1999-2004, está siendo investigado por la desaparición de 15 millones de dólares de recursos públicos aportados por el gobierno de la República de Taiwán.
Es de suponer que en el proceso que se le sigue debatirán otros actos de corrupción que se atribuyen al hombre que intentó irrespetar al ex presidente de Cuba y líder de la Revolución, Fidel Castro Ruz, en la X Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobiernos, efectuada en Ciudad de Panamá, en el año 2000.
Ocurrió cuando Castro recordaba el apoyo del gobierno salvadoreño a las acciones de terrorismo impulsada por el ex agente de la CIA, Luis Posada Carriles contra Cuba, y en ese momento Flores ripostó acusando al líder cubano de haber patrocinado durante años a las guerrillas salvadoreñas a través del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), a las cuales calificó de “bandas terroristas”.
Flores permanece en arresto domiciliario por decisión de un juez, mientras las autoridades estudian el caso de malversación por lo que está acusado.
La medida judicial ha sido criticada por el actual presidente salvadoreño y dirigente del FMLN, Salvador Sánchez Cerén, quien entiende que existen pruebas suficientes para que el ex mandatario Francisco Flores esté bajo las rejas.
Al margen de que sea o no sentenciado judicialmente Flores ya está bien salpicado por el fango del dolo o robo del dinero público. Es otro de los incontables casos de corrupción que han destruido y colocado en el basurero de la historia a líderes políticos y presidentes latinoamericanos.
En algunos casos, los expedientes han sido guardados en los archivos de la impunidad pero no así en la memoria de los pueblos que inteligentemente saben cuándo aplicar justicia.
Tal y como lo han expuesto sobresalientes pensadores de la historia universal, la política es además de una ciencia e instrumento idóneo para el cambio social, la plataforma más expedita para las trasformaciones de la sociedad, para que tengamos un mundo más humano y una distribución de la riqueza equitativa.
¿Por qué no trabajar para tener menos analfabetismo, menos hambre y disminución de los casos de personas desamparadas en el planeta?
La Política como negocio
Sin embargo, hay una generación de políticos latinoamericanos y de otros puntos del planeta que entienden lo contrario, convirtiendo con su proceder la privilegiada posición de presidente, rey o primer ministro en un gran negocio particular, con lo cual han pisoteado y lanzado al abismo los principios de ética y moral.
Parecería que su objetivo central es gobernar para las élites tradicionales o convertirse desde el poder en los nuevos empresarios.
Hay excepciones de mandatarios en el Continente que realmente están trabajando para aliviar las penurias y necesidades de sus pueblos.
Podemos mencionar a Rafael Correa en Ecuador; José Mujica en Uruguay, DilmaRousseff en Brasil, Juan Manuel Santos en Colombia y Danilo Medina en la República Dominicana.
Los grandes pensadores y filósofos griegos entre los que sobresalen las ideasexpuestas en “La República” de Platón y en “La Política” de Aristóteles, entienden la práctica política como una ciencia cuyo fin esencial es la transformación de la sociedad para que prevalezca el bien común.
El Papa Francisco ha condenado enérgicamente la corrupción de los bienes públicos por políticos a quienes no les interesa el bien colectivo. Y ha advertido que esos políticos corruptos “no serán felices en el más allá pues sus corazones están podridos”.
Es una reflexión que debe motivar a que nuestros líderes de América Latina cambien de actitud frente al pueblo que los elige y transforma en figuras cimera de las decisiones más importantes adoptadas desde el Estado.
“En Latinoamérica la corrupción se ha ido percibiendo como un fenómeno fuera de control, que si bien no ocupa el primer lugar en las preocupaciones comunales, si es catalogado como uno de los principales responsables de la difícil situación económica de algunos de sus países, la inseguridad, el desempleo, la violencia y la deficiencia en la prestación de los servicios públicos domiciliarios”, indica un estudio realizado en Colombia por Ana María Arteaga y publicado en la Red de Bibliotecas Virtuales del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
Los pueblos de América Latina sabrán cómo castigar a aquellos líderes políticos que solo buscan la acumulación de riquezas al asumir el poder, olvidándose para siempre de sus responsabilidades ante los desamparados de la fortuna.
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