Por Deisy Francis Mexidor*
La Habana (PL) Las dudas sobre lo que realmente ocurrió persisten 13 años después de los atentados del 11 de septiembre contra dos símbolos del poder en Estados Unidos: el World Trade Center, en la ciudad de Nueva York, y el Pentágono, en Washington.
A las 8:46 de aquella mañana de 2001 millones de ojos observaron incrédulos a través de las pantallas de televisión cómo impactaba un avión comercial al Centro del Comercio Mundial, y 17 minutos después otro aparato hacía diana contra esas torres de cemento y acero provocando una nube de humo y polvo, que siguieron al desplome de la edificación.
Un poco más tarde, a las 9:37, una tercera aeronave chocaba contra el Departamento de Defensa y pasados 25 minutos un cuarto avión se estrelló en un campo abierto de Pensilvania, tras lo que pudo ser el resultado de una pelea entre pasajeros y secuestradores.
En total dos mil 973 personas perdieron la vida, una cifra que Estados Unidos tomó como bandera para que a partir de ahí el entonces gobierno de George W. Buh desatara una guerra contra el terrorismo, que aún perdura.
Lo cierto es que en nombre de esa estrategia de "buscar a los terroristas dondequiera que se encuentren y en cualquier oscuro paraje del mundo", como argumentara Bush, se lanzaron en una guerra contra Afganistán, al acusar al país de proteger a Al Qaeda, el grupo señalado como autor de los ataques.
Luego le siguió Iraq, en 2003, al que invadieron para acabar con supuestos arsenales de armas químicas que al final nunca aparecieron.
Richard Gage, fundador de Arquitectos e Ingenieros por la Verdad sobre el 11/9, advirtió en su momento que "los informes oficiales de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias y del Instituto Nacional de Estándares y Tecnologías proporcionan explicaciones insuficientes y fraudulentas sobre las circunstancias de la destrucción de las torres".
Según reseñas de prensa, hasta la primavera de 2010 más de mil 200 arquitectos e ingenieros pidieron una nueva investigación sobre lo ocurrido aquel día.
Las múltiples explicaciones del Informe de la Comisión 11/9 han resultado probadamente erróneas, las aclaraciones científicas son imperfectas y contradictorias, y los estadounidenses merecen una explicación basada en los hechos, expresaron los especialistas.
El sitio digital The Washington Free Beacon publicó una entrevista del excongresista republicano Ron Paul, en la que aseguró que el gobierno de su país hizo más daño a la libertad del pueblo estadounidense que Osama Bin Laden.
Por eso, "si alguna vez obtenemos toda la verdad sobre ellos descubriremos que nuestro gobierno tenía en sus registros cuáles exactamente eran los planes de los terroristas, o al menos algo acerca de estos".
Hace poco el presidente Barack Oba¬ma admitió que oficiales estadounidenses han "torturado a alguna gente" luego de esos ataques terroristas.
"Incluso antes de asumir la presidencia, sabía perfectamente que justo después del 11 de septiembre hicimos cosas equivocadas", dijo Obama en la sala de prensa de la mansión ejecutiva.
"Cruzamos la línea, hicimos cosas que van contra nuestros va-lores", agregó el mandatario, quien no obstante añadió que había que entender estas acciones en el contexto de la magnitud de lo ocurrido.
Ahora el terrorismo ha vuelto a la vanguardia del debate político a causa del Estado Islámico (EI), un grupo radical que decapitó a dos periodistas estadounidenses y ha ocupado grandes franjas de Siria e Iraq.
Con el aniversario 13 de los ataques del 9/11 el Congreso y la Casa Blanca debaten las medidas para debilitar y destruir al EI, al que califican de ser más peligroso que Al Qaeda.
Aunque no existe una amenaza creíble, el Capitolio extremó las medidas de seguridad, reportó el diario The Hill.
El presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Mike Rogers, reiteró su preocupación por el regreso a Estados Unidos de cientos de ciudadanos de ese país integrantes de la agrupación extremista, entrenados para atacar objetivos sensibles en Washington.
Ya no se habla de Osama Bin Laden -a la postre ultimado en una operación estilo Hollywood, ejecutada por un comando especial del Pentágono-, sino del EI y su presunta amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos.
Sin embargo, "la comunidad de inteligencia continúa evaluando que en estos momentos no hay un complot activo del Estado Islámico para atacar dentro de territorio de Estados Unidos", ha dicho el portavoz Josh Earnest.
Pero es evidente que la paranoia terrorista y el clima de pánico se mantienen. Los grandes intereses de las élites del poder que están detrás de todo ello también.
Observadores estiman que los atentados del 11 de septiembre pusieron de manifestó muchos intereses y sugieren que no puede ser casual que, por ejemplo, en aquella etapa fuesen accionistas mayoritarios de la firma inversionista Carlile Group las familia Bush y la Bin Laden.
Hay quienes sostienen incluso que Carlile Group ocupaba una quinta posición en la industria de armamentos antes de esos atentados y gracias a la guerra que se desató tiempo después en Afganistán llegó a ocupar el primer lugar.
Quizás Bush o alguno de sus asesores rompan un día el hermetismo y cuenten qué saben del 11/9.
Aunque valdría la pena pensar en qué naciones se beneficiaron geopolíticamente en estos años y quiénes han hecho un gran negocio con la fanfarria de la guerra contra el terror.
*Jefa de la redacción Norteamérica de Prensa Latina.
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