Los brasileños aman y cuidan la Amazonia como ningún otro habitante del planeta, al extremo de que se ha convertido en uno de los temas predominantes en la presente campaña electoral y que podría llevar al solio presidencial a la primera candidata ecologista del gigante suramericano.
Dilma Rousseff, actual presidenta y la ecologista y ex senadora Marina Silva, ahora respaldada por el Partido Socialista (PSB) en sustitución de Eduardo Campos, fallecido el pasado 13 de agosto tras sufrir un accidente de avión, son las que tienen mayores probabilidades de triunfo, según las encuestas.
Antes de la trágica muerte de Campos tras caer la aeronave en que viajaba en la localidad de Santos, en el Estado de Sao Paulo, la señora Silva apenas contaba con un 8% de popularidad entre los electores. Ahora ronda el 36 y 43%, según las últimas encuestas difundidas en los medios de comunicación de Brasil.
Sin embargo, la coalición de seis partidos que apoyan a Silva parece ser muy fraccionada e internamente dividida, lo que genera inquietud entre los sectores poderosos brasileños.
Un factor que ha afectado la imagen de la presidenta Dilma Rousseff, han sido los casos de corrupción que envuelven a funcionarios y figuras importantes del Partido de los Trabajadores (PT).
Y aunque la ejecutiva no ha vacilado en someter a la Justicia los expedientes de las auditorias efectuadas en dependencias gubernamentales y al mismo tiempo desligarse completamente de esas acciones, la oposición ha logrado capitalizarla para su beneficio.
Dos Gladiadoras que saben luchar.
Dilma Rousseff y Marina Silva son dos emblemáticas mujeres de la lucha por la defensa y emancipación de los sectores marginados de Brasil. La primera no tan solo fue guerrillera en aquellos años difíciles de la prolongada dictadura militar que afectó a toda América Latina, sino que también es sobreviviente de cáncer. En tanto, que Silva ha sido defensora de los campesinos sin tierra y como ex ministra de Medio Ambiente en el gobierno de Lula Da Silva supo defender los recursos naturales de su país.
Ambas líderes políticas volverán a enfrentarse en las urnas el domingo 5 de octubre tras haberlo hecho en los comicios presidenciales del 2010, donde Rousseff ganó y Silva quedó en tercera posición con el 20 % de los votos como líder entonces de un pequeño partido ecologista.
Pese a que las encuestas otorgan en los actuales momentos una ventaja de nueve puntos en la intención del voto a Silva frente a la presidenta Roussef, los próximos días serán decisivos para conocer a quien elegirán los brasileños como su gobernante para el periodo 2014-2018.
Roussef, podría retener el poder si los brasileños valorizan sus logros al frente del gobierno entre los que sobresalen, la estabilidad macroeconómica; reducción del nivel de desempleo situado actualmente en solo un cinco por ciento; Programa “Más Médicos” que amplió la cobertura médica a 50 millones de personas, o una nueva ley que destinará un 75 % de las regalías del petróleo a la educación y un 25 % a la salud. También, los avances en la progresiva explotación de las enormes reservas de petróleo en sus aguas profundas ofrecerán nuevas perspectivas de desarrollo del gigante de América Latina.
En el 2013, la administración de Rousseff enfrentó fuertes manifestaciones de distintos sectores sociales brasileños, especialmente de las capas medias que en las calles protestaban por la política de inversión social implementada y por las millonarias inversiones en las construcciones de las obras para el montaje de la Vigésima Copa Mundial de Fútbol, efectuada exitosamente en julio pasado.
UN CAUDAL DE RECURSOS NATURALES
Los recursos naturales que tiene la región de la Amazonia son inmensos y de un valor incalculables, y ya hay quienes propugnan por un aumento de su exploración para fines comerciales.
Sin embargo, para los políticos no resulta fácil abordar este controversial tema de manera abierta porque sería una especie de caer en la hoguera.
El ex presidente Luiz Ignacio Lula Da Silva entiende que los brasileños tienen que aprender a convivir con la naturaleza y un nivel de explotación que garantice su preservación y genere simultáneamente riqueza.
Desde el gobierno auspició la exploración de las costas de Rio de Janeiro, donde empresas chinas y brasileñas han detectados inmensos pozos petroleros con capacidad de comercialización.
Brasil tiene una extensión territorial de 8 millones 500 mil kilómetros cuadrados, de los cuales tres millones corresponden a la Amazonia, donde incluso hay áreas que afortunadamente aún las manos destructoras del hombre no han podido realizar estragos.
El espectáculo visual de este privilegiado espacio de la naturaleza es sencillamente inigualable cuando desde la ventanilla del avión se pueden apreciar algunas de sus características más singulares.
No se puede olvidar que más del 30% por ciento de la capacidad boscosa del mundo está concentrada en el inmenso territorio brasileño.
La región de Suramérica, que comprende Argentina, Bolivia, Ecuador, Colombia, Uruguay, Perú, Venezuela, Paraguay y Brasil entre otros países, tiene el 26% de los recursos hídricos del planeta.
Mientras que Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela comparten la cuenca Amazónica, la mayor del orbe. Tiene el 16% de las reservas de agua dulce de superficies mundiales y podría abastecer a toda la población de la Tierra.
En pocos días se conocerá quien ha ganado las elecciones presidenciales en Brasil entre Dilma Rousseff o Marina Silva, y es casi seguro de que ambas se enfrentarán en segunda vuelta porque hasta el momento ninguna tiene los votos suficientes para alcanzar el triunfo el 5 de octubre.
Lo cierto es que el ex mandatario y líder del PT, Luiz Ignacio Lula Da Silva, quien mantiene intacta su popularidad entre los brasileños, podría ser la tabla salvadora que necesita Rousseff para retener el poder. Y todo apunta a que el carismático dirigente ya decidió inclinar su fuerza política hacia su entrañable amiga y compañera de lucha.