La Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la más vieja del “nuevo mundo” ha debido merecer atención especial de los gobiernos dotándola de los recursos económicos necesarios para elevar su el nivel académico, de extensión y de investigación. Sin embargo, ha sido lo contrario: La UASD ha sido relegada. Y eso tiene una explicación política y clasista que no es el objeto de estas breves líneas.
Es cierto que la UASD precisa de cambios internos profundos que le permitan colocarse a tono con los tiempos. Pero también es cierto que esos cambios requieren de voluntad política tanto de sus autoridades, como del gobierno, y de recursos económicos.
Sucede que “las clases dominantes” históricamente le han negado la educación al pueblo a todos los niveles, no solo universitaria, reduciendo la posibilidad educativa a una población muy baja, lo que les ha permitido el control absoluto de la sociedad sumida en el atraso y el subdesarrollo.
(Los hijos de los poderosos han estudiado en los mejores centros tanto del país como del extranjero, creando así una brecha cultural y educativa muchas veces insalvable con los pobres).
Muchos de los gobiernos de los últimos años han privilegiado universidades privadas otorgándoles recursos del presupuesto nacional, mientras sumergen la UASD, que tiene la mitad de la población universitaria, en una crisis económica de la que no sale nunca.
Leonel Fernández, egresado de la UASD y profesor de la misma, con ínfulas de intelectual, ha sido de los peores mandatarios en materia de inversión pública en educación, menos del dos por ciento del Producto Interno Bruto.
A la UASD la mantuvo en la pobreza. Construyó edificios, elefantes blancos, donde primó la corrupción, pero nada más. (Cada parqueo cerca de un millón de pesos).
La UASD hoy necesita de todo… necesita aulas, laboratorios, centros de investigación, etc. Urge la “ciudad universitaria” en el Gran Santo Domingo que descongestionaría el campus principal. Los demás centros regionales también necesitan ser mejor equipados. Los profesores y empleados mejores condiciones de trabajo. En fin, la universidad estatal precisa del cumplimiento de la ley que le otorga el 5 % del presupuesto nacional.
En estos momentos nuestra UASD requiere, mínimo, de 20 mil millones de pesos al año, pero solo está recibiendo poco más de 7 mil millones. Si queremos educación de calidad, profesionales de alto rendimiento y capacidad que sirvan al desarrollo nacional, hay que invertir lo necesario.
Universidades más pequeñas que la UASD en otros países reciben tres y hasta cinco veces más recursos que la nuestra. Es inconcebible el bajo presupuesto de la UASD, que tiene una población estudiantil que fluctúa entre 180 y 200 mil. El 40 % se encuentra en los centros regionales.
El Estado está invirtiendo el 4 % del PIB en educación básica, media, etc. Más de cien mil millones de pesos. Esa partida no incluye la educación superior. Si esa inversión, que deberá ser mayor con el tiempo, no está acompañada de una política que incluya el nivel tecnológico, universitario y científico, no servirá de nada.
El presidente Danilo Medina y el Congreso deben otorgarle a la UASD un presupuesto justo que le permita afrontar los desafíos del porvenir. La UASD es la universidad del pueblo, donde van los pobres, la clase media baja. La educación es la principal riqueza de un pueblo. Invertir en la educación es invertir en el desarrollo y la prosperidad de una nación.
Otorgarle un justo presupuesto a la UASD es un acto de justicia, es contribuir con sacar de la pobreza espiritual y material a una buena parte de la población del país. ¡Manos a la obra, Danilo! ¡Haz lo que nunca se ha hecho con la UASD!