Por Luis R. Decamps R. (*)
Malcolm Little (mejor conocido como Malcolm X, pero también como El-Hajj Malik El-Shabazz) fue uno de los líderes más sobresalientes y controversiales de la lucha por las libertades civiles en los Estados Unidos, sobre todo por la perspectiva radical de sus ideas -que involucraban una crítica beligerante al Estado y la sociedad- y el carácter abiertamente político que asumió su activismo en el tramo final de su agitada existencia.
Malcolm había nacido en Omaha, Nebraska, Estados Unidos, el 19 de mayo de 1925, hijo de Louise Norton (ama de casa) y Earl Little (un predicador protestante y activista por los derechos de los negros seguidor de las ideas de Marcus Garvey), y su entorno familiar estuvo marcado por la discriminación racial y la violencia: tres de sus tíos murieron a manos de hombres blancos (uno fue objeto de linchamiento), y su padre fue víctima de constantes hostilidades y amenazas de muerte por parte de supremacistas blancos (en 1929 hasta le incendiaron la casa), razón por la cual tuvo que cambiar de residencia con su familia varias veces.
Los Little, empero, eran acosados por grupos racistas donde quiera que se establecían, y en 1931, residiendo en Lansing (Michigan), Earl apareció muerto en la vía del tren con el cráneo destrozado. Según las autoridades, se trató de un accidente -alegadamente había resbalado-, pero circuló el rumor -después confirmado- de que su muerte se debió a los culatazos que le propinaron unos individuos encapuchados. Malcolm, pues, quedó huérfano de padre a los 6 años de edad.
La muerte de Earl dejó a la viuda con siete hijos y sin sustento económico, y aunque ella intentó enfrentar la situación haciendo trabajos temporeros y con lo poco que le tocó del seguro de aquel, en 1934 debió recurrir a la beneficencia pública. En 1938, luego de una relación sentimental fallida, un parto problemático y la pérdida de la custodia de los hijos, la señora Little cayó en un estado de grave depresión y hubo de ser internada en un sanatorio para enfermos mentales. En estas circunstancias, Malcolm y sus hermanos quedaron en manos de las autoridades, y un juez lo envía a él a casa de una familia amiga, pero muy pronto pasará sucesivamente a diversos hogares se acogida, y finalmente, debido a su “conducta inadecuada”, terminará recluido en un reformatorio.
Malcolm fue buen estudiante en la secundaria, pero haría fama como individuo “problemático” por su tendencia a rechazar toda disciplina, y se vería envuelto en múltiples incidentes. En 1941, con 16 años de edad, se estableció en Boston en la casa de una hermanastra y, aquí, tras desempeñar varios oficios menores, se dedicaría a vagabundear entre diferentes localidades y a realizar actos de ratería. En esta época conocería la prisión por primera vez. En 1943 se trasladó a Harlem, Nueva York, y se convirtió en un notorio truhan callejero: traficante de drogas, proxeneta, ladrón, drogadicto y fullero. La policía lo fichó como “delincuente múltiple”. En ese mismo año, durante las pruebas de rigor, fue declarado “mentalmente incapacitado” para el servicio militar.
En 1945 regresó a Boston y, con varios amigos, se dedicó a realizar hurtos en casas de familias ricas. En 1946 fue aprehendido y acusado de allanamiento de morada, robo y posesión de armas de fuego. Juzgado y condenado a una pena de entre 8 y 10 años de prisión, estaría recluido en Charlestown (penitenciaría estatal de Massachussets), donde sería conocido con el sobrenombre de “Satán”, debido a su violento rechazo a la religión. Aquí conoció a John Elton Bembry, un autodidacta miembro de la “Nación del Islam” que lo convenció para que estudiara. En poco tiempo se liberó del vicio de las drogas, aceptó recibir clases por correspondencia y se convirtió en un lector voraz y en admirador de la “Nación del Islam” y su líder, Elijah Muhammad.
(La “Nación del Islam” era un movimiento socio-religioso de musulmanes de color fundado en 1930 por Wallace Fard Muhammad con el fin de “resucitar la conciencia espiritual, mental, social y económica de los hombres y mujeres negros de América y del resto del mundo”. Era afrocéntrico y racista “al revés”. Desde 1934, al morir Fard, lo dirigía Elijah Muhammad. Consideraba a los negros “el pueblo favorito de Alá” y a los blancos “la personificación del diablo en el mundo”).
En 1952, al salir de la cárcel en libertad condicional, Malcolm se perfiló de inmediato como un devoto y entusiasta militante de la “Nación del Islam”: su transformación espiritual era evidente, y al tiempo que devino un pujante activista socio-religioso a favor de los derechos de los negros, se destacaría como efectivo movilizador de gente y convincente orador. Designado vocero nacional de la entidad, sería el fundador del periódico “Muhammad Speaks”. En 1953 fue nombrado ministro asistente del templo de Detroit, y ya se le veía como uno de los “favoritos” de Elijah Muhammad.
Como parte del proceso de transformación espiritual que se había operado en su interior (y que él deseaba proyectar hacia la comunidad afroamericana de los Estados Unidos), decidió cambiar su nombre de nacimiento por el de “Malcolm X”. El cambio fue un acto consciente, de carácter místico, religioso y político. “Al adoptar la X -explicó- uno adquiere cierto misterio, cierta posibilidad de poder a los ojos de amigos y enemigos… La X anuncia lo que has sido y lo que serás: ex fumador, ex bebedor, ex cristiano, ex esclavo”. Dijo, además, que la X correspondía al “apellido desconocido” de los esclavos de los que él descendía, y que lo adoptaba en lugar de seguir usando uno que “seguramente fue escogido por un dueño o señor esclavista”.
El liderazgo de Malcolm pronto se hizo fuerte entre los seguidores de la “Nación del Islam”, especialmente en Detroit, Boston, Filadelfia y Harlem (donde su contribución para el desarrollo de la entidad fue notable), y en poco tiempo se convirtió también en uno de los dirigentes afroamericanos más conocidos de los Estados Unidos: su nombre se hizo un lugar común en parte importante de la prensa (era muy solicitado para entrevistas y escribía artículos de opinión) y sus ardorosos discursos habían llamado la atención hasta del FBI.
Las concepciones de Malcolm X en estos años eran favorables al desarrollo del “orgullo étnico” (todavía no había explotado el movimiento ideológico del “Black Power”, pero se postulaba la necesidad de un Estado negro independiente), la autosuficiencia económica y la política de la “identidad propia”. Luego se transfiguraría en un radical activista de los derechos de “los hermanos” y su “unidad transcontinental”, así como en defensor de cierto tipo de comunismo religioso y en simpatizante de Fidel Castro y de la entonces naciente revolución cubana.
En 1954 fue designado ministro del templo de Nueva York de la “Nación del Islam”, y realizó una ingente labor de promoción de las ideas de la agrupación, pero todo esto también tenía secuelas contraproducentes: en la misma se cuchicheaba que su amplia exposición pública rivalizaba con el liderazgo de Elijad Muhammad, mientras que el FBI empezaba a considerarlo “un peligroso extremista partidario de la violencia”. En 1958, tras haber cumplido el tiempo reglamentario en celibato, contrajo nupcias con Betty Dean Sanders (mejor conocida como Betty Shabazz o Betty X).
En los años subsiguientes las ideas de Malcolm fueron evolucionando de manera sostenida en un sentido contradictorio respecto de las de la “Nación del Islam” y de su líder (del cual se fue alejando emocionalmente en la medida en que profundizaba sus lecturas y ampliaba sus experiencias prácticas). Por ejemplo, Malcolm planteaba participar más activamente en la lucha política, sosteniendo que ni las acciones de reforma y superación individuales ni la campaña por los derechos civiles -en auge por aquellos años- conducirían por sí solas a la liberación de los negros.
Un punto de inflexión de esas discrepancias fueron las revelaciones que en 1963 se hicieron sobre Muhammad en el sentido de que había mantenido relaciones adúlteras con varias de sus seguidoras, algunas de las cuales quedaron embarazadas y tuvieron hijos. Malcolm, que cumplía sus funciones como un verdadero apostolado y se consideraba a sí mismo un gendarme de la moralidad en la “Nación del Islam”, criticó enérgicamente a Muhammad y se distanció de él. Sus prosélitos ya lo veían como un nuevo “mensajero de Alá” y lo aclamaban como “redentor” de los negros.
Tales circunstancias, junto al hecho reseñado de que la ascendencia pública alcanzada por Malcolm había generado agrios recelos en Muhammad y sus asistentes, darían lugar a una confrontación abierta entre él y varios dirigentes de la “Nación del Islam”, y ésta evolucionó de tal forma que en cierto momento era público el rumor de que algunos de aquellos habían apostado por su “eliminación”. El propio Malcolm, en su autobiografía, dice que a principios de 1963 un miembro del movimiento le confesó haber recibido “órdenes” para asesinarlo.
En el marco de esas contradicciones, en noviembre de ese mismo año de 1963, debido a que Malcolm hizo críticas “no razonables” y formuló expresiones “insensibles” sobre el asesinato del presidente John F. Kennedy, la “Nación del Islam” le ordenó “silenciarse” por noventa días, y la tensión con ésta y sus dirigentes se hace casi violenta. Finalmente, en marzo de 1964 Malcolm decide abandonar la organización y fundar una nueva, la “Mezquita Musulmana”, desde la cual se plantea “elaborar un programa… destinado a eliminar la opresión política, la explotación económica y la degradación social de que son víctimas los 22 millones de afroamericanos”. A partir de esta importante decisión, sus relaciones con Muhammad se tornaron irreconciliables.
Al mes siguiente -abril de 1964- Malcolm realiza un periplo por Asia y Rusia, y visita La Meca, donde se relaciona con personas de diferentes etnias y culturas, y empieza a modificar su posición afrocéntrica: decide que ya su mensaje no estará dirigido sólo a los afroamericanos sino a todas las razas, y luego diría que en este viaje reparó en que el Islam no era el “saco de odio” que vendía Muhammad, y que él “podría llamar hermanos míos a los hombres rubios de ojos azules”. Es decir, abandona su conocida y belicosa postura de racismo inverso, y comienza a hablar de luchar por los “derechos humanos” en general y no exclusivamente por los “derechos civiles” de los negros.
En el mismo año de 1964 participa en una reunión de la Organización de la Unidad Africana (OUA), donde conoce a importantes líderes anticolonialistas (Nasser, Ben Bella, Nyerere, Nkrumah, Kenyatta, entre otros), lo que influye para que incorpore a su discurso, cada vez más impregnado de consideraciones políticas e ideológicas, “la lucha contra el imperialismo norteamericano”. El nuevo cambio que se había operado en su pensamiento queda reflejado en su resolución de “priorizar” el trabajo en la Organización de la Unidad Afroamericana (OAAU), un movimiento no religioso de tendencia socialista que había fundado en el mes de junio.
De manera, pues, que cuando Malcolm es asesinado el 21 de febrero de 1965 (al momento de iniciar una charla de la OAAU en la sala de bailes “Aududon” de Harlem, Nueva York) no sólo era un secreto a voces que su vida corría peligro (“Sé que soy hombre muerto”, dijo en una ocasión, y el 16 de febrero su casa había sido atacada con bombas incendiarias), sino que se encontraba en los aprestos de novedosas iniciativas orgánicas y doctrinarias, y parecía obvio que su carrera como dirigente religioso musulmán terminaría transfigurándose en activismo político directo.
Aunque existen múltiples versiones sobre las causas y los autores del asesinato (se menciona a los narcotraficantes y proxenetas de Harlem, a los supremacistas blancos y hasta al FBI), la investigación oficial, basada en el testimonio de varios de los presentes en el lugar del hecho, concluyó en que los perpetradores del mismo fueron Norman Butler, Thomas Johnson y Thomas Hagan, miembros de la “Nación del Islam”. Los tres recibieron condena judicial, pero sólo el último -herido y apresado en el sitio del crimen- admitió haber participado en el tiroteo que le costó la vida a Malcolm.
De todos modos, familiares, amigos y seguidores del insigne líder negro han sostenido de manera reiterada que la responsabilidad verdadera y directa del hecho recae sobre el liderato de la “Nación del Islam” (por instigación o autoría intelectual) y, especialmente, sobre Louis Farrakhan, un alto mando de la absoluta confianza de Elijah Muhammad (y que luego sería jefe de una de las facciones en que se dividió esa entidad a la muerte de éste en 1975) de cuyos labios se escuchó más de una vez que había que “salir” de Malcolm, a quien acusaba de ser un “despreciable ingrato” y un “gran traidor de la causa del pueblo de Alá”.
(*) El autor es abogado y profesor universitario
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