El Partido Revolucionario Moderno (PRM) necesita un líder, no un mesías, ni un jefe. Un líder es aquel que tiene la capacidad de influir sobre los demás gracias a su calidad moral, su capacidad, su talento, tenacidad, responsabilidad y disciplina.
Un mesías es un predestinado, un enviado de dios, lo más cercano a la divinidad, como Jesús.
Un jefe da órdenes que deben ser cumplidas sin chistar, sin preguntar por qué. Al jefe hay que seguirlo por su autoridad militar, económica o de cualquier otra naturaleza. Con frecuencia el jefe es también el líder. Y viceversa.
Aníbal D´ Ángelo Rodríguez en su Diccionario Político establece dos tipos de líderes; los institucionales y los carismáticos. Los primeros, dice, son aquellos “que suscitan lealtades en la medida de su inserción en las instituciones. En ellos los dotes personales tienen un papel secundario”.
En el líder carismático, apunta, lo esencial es la persona. Puede –o no- apoyarse en instituciones pre-existentes. Puede –o no- producir la ruptura de las viejas instituciones y crear unas nuevas. En cualquier caso, las lealtades que promueve son a título personal”
“El líder proyecta una imagen de seguridad en sí mismo, de arrogancia, de suficiencia, de fuerza, conocimiento y firmeza. La masa necesita psicológicamente un liderazgo y una conducción así. El líder le brinda la seguridad que ella anhela. Por eso la masa suele entregar su destino al líder y se somete a sus determinaciones”, dice el ex presidente ecuatoriano Rodrigo Borja.
“El pueblo, por su lado, ama al líder, le comprende, confía en él, le sigue, pasa por alto sus errores, no da oídos a los ataques de sus adversarios. Hay algo en el líder que infunde estos sentimientos”, subraya Borja.
El estratega militar, filósofo y consejero chino Sun Tzu escribió, hace más de dos mil años, El Arte de la Guerra, una obra que ha servido de guía a grandes líderes de todos los países, desde Mao Tse Tung hasta Napoleón, entre muchos otros.
Sun Tzu estableció las cinco virtudes de un líder, a saber, Inteligencia, Honradez, Humanidad, Valor y Severidad. De igual modo dijo que los defectos suelen ser, Imprudencia, Cobardía, Carácter Irritable, Vanidad, y, Temor a las perdidas.
Si es sabio, apuntó Tzu, podrá reconocer los cambios de las circunstancias y de actuar en consecuencia; si es sincero, sus hombres no dudarán de la seguridad de sus premios y castigos; si es humano, amara a la gente, simpatizará con los demás, apreciará su laboriosidad y esfuerzo; si es estricto, sus tropas serán disciplinadas, porque viven fascinadas con él y temen sus castigos; y, si es valiente, obtendrá la victoria porque aprovechará las oportunidades sin titubeos.
El líder, como diría José Francisco Peña Gómez, es aquel que puede ver “más allá de la curva”. Es decir, puede predecir o advertir lo que los demás no pueden.
El español Felipe González cita al ex presidente de Estados Unidos John Quincy Adans cuando dijo: “Si sus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, lograr más y crecer más, entonces, usted es un líder”.
En su obra El liderazgo en tiempos de crisis, González considera que “a un líder no lo define su voluntad de serlo –aunque la tenga-, sino los resultados de lo que hace”.
Dice más: “…creo que el líder de un proyecto de cambio tiene que ser por definición rebelde en primer lugar, rebelde consigo mismo; en segundo lugar, rebelde frente a lo que no le gusta de la sociedad o del mundo; y, finalmente, rebelde respecto a las circunstancias que dificulten el avance del proyecto que se presente”.
Como podemos ver, ser líder no es tarea fácil. Implica riesgos que involucran hasta la propia vida, sacrificios, responsabilidad y deseos de cambios y de transformación social, pues de lo contrario la condición de líder no sirve más que para el retroceso. Y un líder así nadie lo quiere. O nadie debe quererlo.
El PRM precisa de un líder dispuesto a luchar por un cambio verdadero en las estructuras de poder en la República Dominicana, hombre o una mujer. El PRM necesita un liderazgo renovador, revolucionario, honrado, fuerte, disciplinado y experimentado. No un débil y sin carácter. Yo no quiero ponerle nombre, hágalo usted…