Las razones alegadas pueden ser diversas: Por celosos, porque beben mucho alcohol, y hasta por ambiciosos. El asunto es que la violencia hogareña del hombre dominicano tiene muchas explicaciones, pero el siquiatra Vicente Vargas explica una causa a su entender esencial,
Los hombres criados en hogares autoritarios o sobreprotectores -dice Vargas son más propensos al despotismo en el hogar o a repetir el patrón del padre que vive la vida de los vástagos quitándoles cualquier dificultad que pueda frustrarlos controlándolos hasta en lo más nimio, alertó el presidente de la Sociedad de Siquiatría, Vicente Vargas.
“Si tuviésemos que señalar un factor como el más importante sin duda sería la mala educación en cuanto a la crianza”, expresó para llamar la atención sobre el daño que hacen los extremos en la formación de los seres humanos y sugerir que el Estado muestre más firmeza contra la violencia intrafamiliar.
Explicó que los modelos extremistas llevan a que los hijos no asuman sus responsabilidades, sino que por el contrario, aprenden a pasárselas a terceros y estas características van acompañadas de reacciones de ira e incluso de violencia ante la mínima frustración.
Indicó que esa conducta tildada de inmadura, es parte de la carencia del control de los impulsos, que empeora si a esto se agrega algún desinhibidor como el alcohol, que lo ayude a actuar de manera desenfrenada e irresponsable y culpan al otro de lo que sucede.
Planteó que el Estado asuma la responsabilidad de brindar protección y seguridad a toda la población y que pase de la teoría a la práctica con la implementación de forma eficaz de las leyes para tal fin.
Vargas considera esencial que las instituciones como los ministerios de Salud Pública, de la Mujer, Educación y Cultura, el Poder Judicial y la Policía comiencen a intercambiar información y programas de acción que prevengan y eviten la violencia y que sean dotadas de los recursos económicos, humanos y logísticos.
“Que se integre en la educación escolar temprana la educación para la prevención de la violencia dirigida a alumnos y a las familias, desarrollar programas de intervención conductual para hombres y ampliar su cobertura en todos los extractos judiciales y programas de educación continua para las mujeres víctimas de abuso y de maltrato”, propone.
También implementar una mesa de encuentros semanales del presidente de la República con todos los organismos responsables de prevenir y evitar la violencia.
Entre las características del hombre agresor, Vargas cita que es controlador, confunde amor con abuso, es manipulador misógino, cree en la superioridad del varón en el sexo, tiene inseguridad y baja autoestima, acompañadas de una elevada dependencia de la pareja con miedo al abandono y celos patológicos y abuso de drogas.
También lo define la impulsividad y uso de la fuerza para subordinar a la pareja, la posesividad, considera a la mujer objeto de su propiedad, sobrecontrol, alta exposición a la violencia en el cine y la televisión y ahora a canciones con un alto contenido de violencia hacia la mujer.
“Hay que observar, además, el trastorno de la personalidad por dependencia: el agresor mina la autoimagen y la autoestima de la víctima y le corta las conexiones con sus fuentes de apoyo informal y la mujer termina con la idea de que no cuenta con nadie más que con su pareja maltratadora”, expresa.