Mientras el empresariado no entienda claramente que el salario es la base fundamental de donde arranca la dinámica económica que genera crecimiento y desarrollo; en fin, mientras no entienda que la realización de los negocios sólo puede ser posible con el aumento permanente de las ventas, precisamente a los asalariados, nunca será una clase burguesa capitalista, sino rentista y especuladora; y mientras nuestra tecnocracia estatal no imponga esas premisas en sus planificaciones presupuestarias, nunca gobernará este país con verdadera vocación de progreso y a nombre de las mayorías.