El mejor gobierno que ha tenido la República Dominicana en democracia, ha sido la administración 1996-2000 del Partido de la Liberación Dominicana, encabezada por Leonel Fernández.
¿Qué características tuvo esa gestión?
Un presidente nuevo que sabía que tenía una sola forma de acreditarse: hacerlo bien, consciente de que hacía parte de un liderazgo concertado, que compartía con su ministro de la Presidencia, Danilo Medina, y entre los dos, un técnico y político de primera completaba la trilogía que llevó al PLD al Gobierno: Juan Temístocles Montás.
Entonces todos los proyectos importantes se contrapesaban y cuando un contrato de préstamo o cualquier iniciativa iba a la firma del Presidente, había sido depurada, no solo en función de la prioridad del servicio, la obra o los bienes contratados, sino también en función de los costos y de la calidad, y de algo estaba el gobernante bien seguro, detrás de ningún proyecto que le llegara por esa vía había negocios para esos funcionarios.
En el segundo gobierno ya habian otros actores que empezaron a cobrar una mayor influencia, y se percibían cambios en la figura del mandatario, ya no era el joven presidente que necesitaba acreditarse, por el contrario las circunstancias que lo empujaron de nuevo al poder alimentaban el endiosamiento.
El descalabro que vivió el país con la administración de Hipolito Mejía, encaramó al candidato peledeista en la cresta de una ola de popularidad que le llevó a un triunfo holgado en primera vuelta y la sola noticia de su elección provocó una recuperación de confianza que desinfló la prima del dólar y reactivó el crecimiento económico.
Entonces sus cercanos empezaron a entonarles canticos muy dulces para sus oídos, “Presidente, usted, es insustituible” “Es el único que pone a ganar este partido” “Usted es el sustituto de los grandes líderes” y todas esas tonterías que se han repetido una y otras vez en la historia política del país siempre con consecuencias nefastas.
Danilo Medina se va del Gobierno para trabajar en su proyecto presidencial y un presidente que ya no es del reino de los mortales se va ocupando de algunas cosas pero no de las otras, y se construye la percepción de corrupción que acompaña al PLD aun dos años después de un mandatario que se le podrá reclamar por no auscultar en indelicadezas del pasado, pero que se ha ocupado de que en su gestión no se produzcan.
Independientemente de su utilidad para combatir el narcotráfico, la compra de los aviones tucanos empieza a gestarse en esa etapa de rumba abierta para baile que ha caracterizado a los procesos reeleccionistas en la República Dominicana.
En los diez meses que duró el contrato de préstamo en el Congreso, se manejaron rumores y denuncias como las que hizo el entonces diputado Elso Segura Martínez, pero no es tradición en el PLD que los congresistas de ese partido rechacen propuestas del Ejecutivo, y ese fue un proyecto aupado, no que cabe dudas que con buenas intenciones, por la Presidencia y la cúpula militar.
¿Quiénes abusaron de la confianza de un presidente que de haber creído que en la operación había una estafa no se habría fotografiado en esos aviones?, jamás pensaron que la maniobra quedaría al descubierto por factores fuera del manejo dominicano.
Investigando otra cosa, se comprobó que por los tucanos hubo un soborno de 3.5 millones de dólares para manos dominicanas, que faltará determinar cuáles fueron y aguardar sanciones.
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