Por Luis Eduardo Díaz Franjul.
Hace unos días, bajo la coordinación del historiador Roberto Cassá, fue puesto en circulación el tomo V de "Historia General del Pueblo Dominicano" cuyo primer capítulo "Asalto de Trujillo al Poder" es de la autoría del economista-historiador Bernardo Vega. La oposición o crítica a ese primer capítulo se refleja en cuatro artículos publicados por el economista Eduardo García Michel, titulados "Sobre el asalto de Trujillo al Poder" (Diario Libre, septiembre 9, 16, 23 y 30 de 2014), en los cuales sale en defensa de Horacio Vásquez. También hay que hacer notar el artículo "Horacio Vásquez y la reelección, de Flavio Darío Espinal, publicado en el mismo diario el 25 de septiembre de 2014.
El debate se centra no tanto en Rafael Leónidas Trujillo, Jefe del Ejército en el gobierno de Horacio Vásquez, sino en aspectos constitucionales que revelan el germen de la reelección presidencial, algo nada nuevo en República Dominicana, que por lo tanto no vale la pena discutir. En lo que concierne a los reales o supuestos deseos continuistas de Horacio Vásquez más allá de 1930 observemos uno de los párrafos de la última entrega de Eduardo García Michel. Cito: "Frente a eso, el debate sobre si hubo o no intento de reelección, si se prolongó o no el período, en todo caso dentro de la más estricta institucionalidad democrática, luce ser una maniobra de diversión y confusión".
Dentro de este escenario la “estricta institucionalidad democrática” a que hace referencia Eduardo García Michel es el factor determinante o pragmático, comenzando con la Constitución que antecede o precede la elección de Vásquez en 1924. El acontecimiento histórico contradictorio es la dictadura o Era de Trujillo (1930-1961) como consecuencia del golpe de Estado a Vásquez el 23 de febrero de 1930. Con este golpe Trujillo violó el factor determinante o pragmático, es decir, la Constitución. La incógnita del caso es que el presidente Vásquez nunca sospechó de la trama en su contra, por lo tanto nada pudo hacer para evitar su derrocamiento. Todo lo contrario es el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963 que derrocó a Juan Bosch, algo que podría catalogarse de ¨Crónica de una muerte anunciada¨, en vista de que Bosch sabía que lo iban a derrocar y nada hizo para evitarlo.
Estamos frente a dos casos de violación del factor determinante o pragmático como consecuencia de golpes de Estado dentro de la democracia dominicana. El derrocamiento de Vásquez revela un acontecimiento histórico contradictorio reflejado en la dictadura de 31 años de Trujillo. El acontecimiento histórico contradictorio como consecuencia del golpe de Estado a Bosch parece que no ha sido revelado En vista de esta nebulosa aplicaremos el “Pragmatismo” como categoría de investigación para explicar este segundo acontecimiento histórico contradictorio.
Pero antes tenemos que hacer la siguiente aclaración. Lo pragmático no implica desplazamiento ni desviación. Tomemos como referencia el último párrafo de la última de las entregas de Eduardo García Michel en su defensa a Vásquez. Cito: “Es una desgracia que la historia dominicana escrita esté llena de tergiversaciones. Hay que reescribirla y estar alerta para que no nos cambien ni los valores ni la historia”.
Precisamente para evitar lagunas históricas publiqué en la prensa digital a principios de 2013 el artículo “Historia, azar o cisne negro” donde planteo el “Pragmatismo” como categoría de investigación para la interpretación de acontecimientos históricos que pudieran revelar contradicciones, y el “Común Denominador” como herramienta de investigación para la interpretación sectorial de la historia, tomando en cuenta la comparación de distintos períodos de gobiernos según el interregno sujeto a investigación.
En realidad el golpe de Estado a Juan Bosch comienza en la toma de posesión el 27 de febrero de 1963. Resulta que el presidente venezolano Rómulo Betancourt, invitado a tan magno evento, supo lo que le pasó a Horacio Vásquez en 1930. Debido a eso sugirió a Bosch la remoción del cuadro de mandos militares trujillistas pero Bosch no le hizo caso. Peor aún, meses después, sabiendo que lo iban a derrocar, nada hizo para evitarlo, actitud que en cierta forma lo hace responsable de su propio golpe de Estado y del humillante retroceso histórico como la fue la segunda intervención militar norteamericana de 1965. Ante el primer hecho (golpe de Estado) Bosch no tomó en cuenta el factor determinante o pragmático, es decir, la Constitución de1963, para defender la legalidad del poder, aunque fuese a costa de su propia vida (i.e, Salvador Allende, Chile).
Contrario a Bosch puede decirse que tanto el Presidente Joaquín Balaguer (PRSC) como el Presidente Antonio Guzmán (PRD) fueron fieles a las constituciones para defender la legalidad de sus mandatos y/o preservación del orden democrático. En el caso de Balaguer, este frustró el desembarco guerrillero Playa Caracoles de 1973 al igual que otras tentativas de conspiración en el plano político nacional. De su parte, Guzmán desmanteló el cuadro de mandos militares trujillistas en 1978 a los pocos días de su elección.
Actitudes como las anteriores abrieron el espacio a un nuevo capítulo de la historia y democracia en la República Dominicana, consolidando la celebración de elecciones libres (fraudulentas o no) cada cuatro años a partir de 1966. Esto supera con creces el humillante retroceso histórico como lo fue la intervención militar norteamericana de 1965 que frenó la Revolución de Abril en favor del retorno de Juan Bosch al poder. Por tanto esta intervención es el segundo acontecimiento histórico contradictorio como consecuencia de golpes de Estado en la democracia dominicana del siglo XX en vista de que dicha intervención no fue la que derrocó a Bosch en 1963 sino el cuadro de mandos militares trujillistas.
Desconociendo eso el historiador Juan Daniel Balcácer, miembro de número de la Academia Dominicana de la Historia y Presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, confunde la política con la historia (o trata de convertir la historia en política) al admitir que los 12 años de Balaguer (1966-1978) fueron consecuencia del golpe de Estado a Juan Bosch en 1963, tomando en cuenta que esos 12 años fueron una extensión de toda la parte despótica del régimen trujillista, explica el señor Balcácer. En este caso él debió limitar su axioma al cuadro de mandos militares trujillistas ya que, después de todo, el trujillismo no ha desaparecido de la faz de la tierra. Y recordarle que ese trujillismo le dio un gran apoyo a Juan Bosch en las elecciones que ganó el 20 de diciembre de 1962. En este caso gobernar o no con trujillistas es irrelevante, lo que hay que saber es como gobernar, como una vez dijo Bosch de Trujillo.
En vista de eso el señor Balcácer debiera pensar por qué Bosch no le hizo caso a Betancourt, contrario a Antonio Guzmán, quien se aferró a ese consejo y tuvo éxito rotundo. Por lo tanto es ingenuo culpar única y exclusivamente a militares trujillistas como responsables absolutos del golpe de Estado de 1963. Esta deducción aplica a otras razones de dicho golpe externadas en el panel "El Golpe de Estado de1963: Otro análisis" (Diario Libre, 26/9/2014), tales como "dialéctica golpista', “balance político interno en contra", "las protestas sindicales y la centro derecha". "miedo comunista", "reformas Vs balance político poco favorable", "intentos de evitar toma de posesión", etc.
En otro orden, el Lic. José del Castillo Pichardo ("Bosch 63: La guardia beligerante". Diario Libre. 27/9/2014) no es concluyente sino más bien "sutil" al mencionar razones genéricas del golpe en su mencionado artículo, tales como "juego de poder", "falta de criterio democrático" y "temor a una segunda Cuba". De manera paralela, aunque no coincidente, Eduardo García Michel flirtea con los panelistas y con Juan Daniel Balcácer, cuando asume en sus entregas (a título de ejemplo comparativo, dentro de otro escenario) que el Dr. Balaguer “debió de haber sido derrocado por la sedición o por haber sido dominante y adicto a la reelección”, lo que en cierta forma podría justificar el primer capítulo del tomo V de Historia General del Pueblo Dominicano y darle razón a Bernardo Vega y Flavio Darío Espinal.
Visto lo anterior, parecería que dentro de los escenarios de la clase política, los desembarcos/alzamientos guerrilleros, la insurrección militar o cívico-militar o cualquier otra modalidad relacionada con el poder, luego que a esas categorías o modalidades les "asaltan" el poder ganado por la fuerza o elecciones libres (ejemplares o fraudulentas) sus actores se convierten héroes, mártires, dioses o villanos, donde un devenir histórico confuso y difuso dependería de estas categorías. Decimos esto para que el lector pueda entender mejor la preocupación de Eduardo García Michel cuando en una de sus entregas dice: “Resulta fácil colocar las víctimas como verdugos o culpables y llevar al pedestal los impostores”. (Más bien refiere a Horacio Vásquez como “víctimas o culpables” y a Trujillo como “impostores”).
Para evitar el vaivén humilde o hegemónico, idealista o patriótico en los escenarios de la clase política, desembarcos/alzamientos guerilleros, la insurrección militar o cívico militar o cualquier otra modalidad relacionada con el poder, nada es válido si no se aplica el análisis objetivo y la metodología de investigación a la hora de escribir historia. Es por eso que además de estos procedimientos he introducido el Pragmatismo y el Común Denominador como categoría y herramienta de investigación, respectivamente, para que la historia no se convierta en “conversatorio de loros”, como así es.
A diferencia del Lic. José del Castillo Pichardo parecería que algunos de los panelistas y el señor Balcácer, y quizás Bernardo Vega, acomodan la historia a los designios que ellos quieren proyectar y no a lo positivo que hay en ella como resultado de la aplicación del factor determinante o pragmático (Constitución en este caso, u otros). Como vimos, la aplicación del factor determinate o pragmático revela que es preferible el ejercicio democrático que comenzó en 1966 como consecuencia de las posiciones que asumieron Balaguer y Guzmán en momentos claves de sus mandatos, y no la humillante intervención militar norteamericana de 1965, la que nunca debió de ocurrir si Bosch hubiese hecho uso de sus facultades constitucionales sabiendo que lo iban a derrocar y nada hizo para evitarlo.
Por lo tanto, la intervención militar norteamericana de 1965 es la contradicción del acontecimiento histórico contradictorio como consecuencia del golpe de Estado de 1963 porque Bosch no defendió el factor determinante o pragmático, es decir, la Constitución de 1963. La salud y fortalecimiento de la democracia no puede ser objeto o juego de ese tipo de indecisiones. Una nota aclaratoria: A pesar de la rigurosidad del Pragmatismo queremos dejar constancia de que somos respetuosos de todo aquello que alimenta y despierta los ideales y el patriotismo, aspectos que, bajo ninguna circunstancia, deben ser condicionados por ningún tipo de categoría, herramienta o técnica de investigación. Aun así ellas ayudan un poco a entender la originalidad, hipocresía o desviación de los ideales y el patriotismo si tomamos en cuenta que la República Dominicana, la soberanía y el legado de los Padres de la Patria son tambien factores determiantes que muchas veces no se toman en cuenta, lo que es materia de otra entrega.
Luis Eduardo Díaz Franjul