Por Felipe Mora
}Jean Claude Duvalier (alias Baby Doc) ha sido más que afortunado hasta en su último hálito de vida, que se produjo el pasado fin de semana.
Un infarto cardíaco se lo llevó al más allá -según diagnóstico médico- lo que no es suficiente para que pagara por todos los crímenes cometidos durante los años en que su régimen de terror implantó la muerte en sus dominios, con persecusiones, torturas, desapariciones forzosas, actos de corrupción, etc.
Desde lo ignoto, Luis Samuel Roche, Louis Eugene Athis, Sylvio Claude, para citar algunos entre los más de 20 mil desaparecidos, torturados, repatriados y asesinados en los regímenes del duvalierismo, les hubiese gustado que Baby Doc tuviera una vida longeva, y que terminara sus días tras las rejas, condenado a pena máxima, marginado de todo contacto con el mundo exterior.
Pero una falla cardíaca lo ha liberado de enfrentarse a la justicia de su país que, en resumidas cuentas, no funciona como tal, dados los poderosos intereses que se mueven a su alrededor.
Sobre Jean Claude Duvalier, que gobernó Haití de 1971 a 1986, pesaban acusaciones de violación de derechos humanos y represión, corrupción, entre otras tantas. Idénticas o peores situaciones se sucedieron durante el mandato de su padre, Francois Duvalier (Papa Doc), de 1957 a 1971.
Pocos dominicanos recordarán a Luis Samuel Roche, luchador antiduvalierista que por espacio de 20 años estuvo exiliado en Santo Domingo huyendo del régimen de oprobio que implantó el terror en Haití. Fue el primer secretario general de la Asociación de Trabajadores Haitianos Inmigrados y Refugiados en República Dominicana (ATHAIRD), y sus documentos de exiliado fueron expedidos por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
En ocasiones llegué a conversar con Roche, persona de trato afable y de amplios conocimientos sobre la situación que vivía su país. Cursaba yo el tercer semestre de periodismo en la UASD y había iniciado práctica en la redacción de El Nuevo Diario, que para entonces estaba en los altos de la editora Alfa y Omega. Roche trabajaba allí.
La mañana del viernes 4 de junio de 1982, testigos presenciaron cuando Roche fue hecho preso justo detrás del mercado Modelo de la avenida Mella, por una patrulla policial que se hizo acompañar por agentes de los temibles Ton Ton Macoutes. Versiones de la época daban cuenta que inicialmente fue llevado al Plan Piloto. Nunca más se supo de él.
Pese a los constantes reclamos de instituciones de derechos humanos, organismos internacionales, medios de comunicación, agrupaciones políticas, iglesias, y de otra índole, a nivel oficial nada se movió para esclarecer esa desaparición forzosa, pese a innúmeras gestiones tanto a nivel local como internacional.
Virginia, Chicho y Ningo, hijos de Luis Samuel Roche que ahora son adultos, nunca vieron -ni verán jamás- que se hiciera justicia por su criminal desaparición. Y 32 años después, con la muerte de Baby Doc se cierra para siempre la posibilidad de enjuiciar culpables por su desaparición.
Muy a pesar de promesas que se hagan, tampoco habrá justicia por las ejecuciones y desapariciones forzosas de miles y miles de ciudadanos haitianos por el simple hecho de oponerse a la feroz dictadura duvalierista.
Igual suerte que Roche le correspondió a Louis Eugene Athis, fundador y coordinador general del Movimiento Democrático para la Liberación de Haití (Modelh), asesinado por una turba junto a Oscar Dorgevil y Francois Jean en el pueblo de Leogane cuando se disponía participar en un encuentro político. Sus cuerpos fueron rociados con gasolina y quemados.
Athis fue un activo defensor de los derechos humanos de los braceros haitianos que cortaban caña de azúcar en los ingenios azucareros de República Dominicana.
Sylvio Claude, genuino representante de la socialdemocracia en Haití, fue impedido de participar como candidato en farsa electoral montada en 1983 por Baby Doc. Posteriormente murió en circunstancias extrañas, y su muerte fue calificada como crimen de Estado.
Sylvio Claude, genuino representante de la socialdemocracia en Haití, fue impedido de participar como candidato en farsa electoral montada en 1983 por Baby Doc. Posteriormente murió en circunstancias extrañas, y su muerte fue calificada como crimen de Estado.
Con su muerte, que ha venido a ser más que una aliada para él, Jean Claude Duvalier se lleva a la tumba y pone punto final a los cientos de reclamos de organizaciones y de ciudadanos comprometidos con las mejores causas porque fuera enjuiciado por los crímenes cometidos durante su férrea tiranía.