Las recién transcurridas elecciones presidenciales de Brasil, deben servir para la reflexión de los dominicanos en torno a la preparación, celebración y conteo de las venideras votaciones.
Por Manuel Hernández Villeta
En un país con una economía que se tambalea, en medio de amplias presiones sociales, donde el partido de gobierno está dividido, las votaciones concluyeron en paz, y en menos de dos horas se tenía al ganador. Ahora hay segunda vuelta.
En la República Dominicana hay que sentar las bases en la preparación de las elecciones, para que si los centros de escrutinio se cierran a las seis de la tarde, a más tardar cuatro horas después, a las diez de la noche se tenga un ganador.
De ahí que se debe establecer el voto electrónico, donde es más fácil llevar los cómputos, amén de que se utilizan los masivos y modernos medios de comunicación, lo cual agiliza el trabajo.
Hay muchos inconvenientes que perjudican a la fijación del voto electrónico. El primero es la impresión de boletas, donde determinados empresarios hacen buenos negocios, y segundo, entre otros muchos, que la población tiene temores de la red virtual y por ende no tiene confianza en el voto electrónico.
Hay tiempo para fijarlo con miras a las venideras elecciones, lo único que hace falta es que se dé la voluntad política, para fijarlo. Pero estas elecciones de Brasil nos presentaron otro punto impòrtante: la división del partido de gobierno.
La presidenta Dhilma y la que ocupó la tercera posición Silva, hicieron carrera electoral al lado de Lula. Problemas de malquerencias políticas llevó a una quiebra de la unidad de la gente de Lula, el resultado es que Dhilma no pudo ganar en primera vuelta y Marina ocupa un tercer lugar.
Un partido con deseos y esfuerzos de ganar unas elecciones presidenciales, no se puede dividir. Sus choques intestinos los tienes que ver como un suicidio, que únicamente llevan al fracaso.-
El partido de gobierno dominicano no se podrá mantener en el poder si hay fraccionamientos internos entre Danilo y Leonel. Aunque el caos es la vía más rápida de la política local, donde el principal opositor está ya dividido.
Algo que se debe analizar bien a fondo es la posición del gran perdedor, del que ocupa el lejano tercer lugar, y es que atesora fuerzas para levantar la mano a un ganador. Ya pasó aquí con Leonel Fernández y Balaguer. Ahora no hay tercera fuerza dominiana, y el reformista es un aliado de uno o dos de la política local.
El gobierno lo entrega la tercera fuerza, pero aquí es más complicado porque el tercer lugar dominicano carece de fuerzas para impulsar nadie. De hecho son los reformistas, los que prefieren ir atados a un grande, que abrir trocha propia.