Las miradas descarnadas sobre el primer contagio de Ébola fuera de África, que se ha producido en España, han dejado en un segundo plano en estas primeras horas a la enfermera contagiada y a su familia. Lo que debería ser una nueva ocasión para agradecer la entrega de quienes arriesgan su salud por atender a quienes lo necesitan, no puede convertirse en un arma arrojadiza de carácter político. Pienso que urge sentido común, serenidad y buena gestión de la crisis, que pasa por entender que estamos ante un problema de carácter global. Mientras no se erradique la pandemia en África, el riesgo de que la enfermedad siga saltando al resto del mundo estará presente. Y por desgracia, en África cada vez que surge un nuevo contagio ni se tienen los mismos medios que aquí para atajarlo, ni se pone el mismo interés internacional en hacerlo, por tanto el problema y el riesgo van a ser largos en el tiempo.
Suso do Madrid