Radhamés Gómez.
“El Merengue nunca cae/es una cosa sencilla/porque el hombre va apretao/dándole brillo a la hebilla”. Así rezaba la estrofa del merengue típico de la Década Prodigiosa de los 60. Pero al ajustar la hebilla del cinturón, no se nos ocurre pensar que los romanos ya usaban esa palabra bajo la forma fíbula, empleada para denominar una especie de broche o hebilla que utilizaban para sujetar sus ropas, lo que explica el cultismo fíbula, que subsiste aún hoy en castellano. El vocablo había adoptado en latín vulgar la forma fibella y en 1258 aparecía como fiviella. En portugués esta voz se mantuvo más fiel al latín, con fivela 'hebilla' y el verbo afivelar 'ajustar una hebilla'. Ay mamasita, dále brillo.