Algunas bocinas han afirmado que firme un acuerdo de conciliación con Félix Bautista donde me “arrodillo y le pido perdón”. Un “comunicador” fue más lejos al decir que tenía en sus manos el documento de marras y que estaba dispuesto a entregárselo a todo el que lo quisiera. Pues no. No es verdad. No firmé.
He recibido –y esto si es verdad- algunas ofertas para en encuentro “amistoso” con el señor Bautista en la residencia de un amigo común, pero me he negado. He recibido, de igual modo, documentos para “un arreglo amistoso” que no he firmado, ni firmaré nunca. El último me pareció una falta de respeto tan grande que me indigne: “Dígale a ese señor que ese documento no lo firmo ni muerto, que prefiero la cárcel o el suicidio, que se lo meta por el cu…”
Que lo sepa el pueblo, no diré si, donde dije no. No me retractaré, no pediré perdón, ni me arrodillaré ante los depredadores que envilecen y empobrecen al pueblo dominicano. Gente que no podía pagar un almuerzo en el comedor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el más barato del país, ahora exhiben, tras su paso por el Estado, fortunas que no pueden justificar.
Nadie, ni siquiera un mago, puede, de 547 mil pesos como único patrimonio, explicar una fortuna de miles y miles de millones de pesos luego de ocupar un cargo en el gobierno. (Si este fuera un país, no una porquería de país, de borrón y cuenta nueva, existiría una cárcel solo para corruptos)
Lo que he dicho sobre Félix Bautista lo ha dicho y lo sigue diciendo el pueblo en todas partes. No he hecho más que hacerme eco de la voz popular.
La demanda incoada en mi contra por Félix Bautista, exigiendo 50 millones de pesos, debe recorrer todas las instancias judiciales, incluyendo la Suprema Corte de Justicia, el Tribunal Constitucional y la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, así como las organizaciones internacionales de periodistas.
No le temo a la condena de los jueces, muchos de los cuales le deben el cargo al señor Bautista, al igual que muchos de sus colegas del Senado donde ocupa la curul de San Juan de la Maguana. Si he de ir preso, iré. Orgulloso me sentiré de ir a la cárcel por primera vez en mi vida condenado por esa “justicia” y por Félix Bautista.
No le tuve miedo al régimen dictatorial y despótico de 12 años de Joaquín Balaguer con sus “incontrolables”, su “banda colorá”, sus calieses y generales apresando, torturando y matando jóvenes en todas las esquinas. Mucho menos le temeré a Leonel Fernández y sus secuaces, entre los que destaca su mano derecha, Félix Bautista.
No soy más valiente que nadie, al contrario, tengo miedo, pero no me retractaré, no firmaré ningún documento que lesione mi dignidad como periodista y ser humano. ¡Mis hijos no me verán de rodillas! ¡Mi pueblo tampoco! ¡Lo juro!
No tengo nada que hablar, ni nada que negociar con Leonel y Félix Bautista que no sea dejar sin efecto la demanda en mi contra, sin condición alguna. No estoy en venta.
Otra cosa: para callarme no basta con intentar sacarme de los medios de comunicación donde he laborado durante muchos años, como se ha estado haciendo. Con todo el dinero que tienen podrán cerrarme todas las puertas, pero no silenciarme porque hoy día las redes sociales y los demás espacios que ofrece la Internet, lo impedirán. Y si no puedo usarlos por una u otra razón, me iré en peregrinaje con un megáfono por todos los parques del país para denunciar la corrupción y el saqueo.
No aspiro a convertirme en otro mártir de la prensa, pero la única manera de silenciarme para siempre, es matándome. Es su única opción. Porque incluso desde la cárcel podrá decir y publicar, ya sea en el periódico El Nacional, donde laboro durante 30 años, o en los diarios digitales, mi verdad.