El ingeniero Hipólito Mejía ha ofrecido abundantes y claras señales de que aún no está totalmente convencido del papel que deberá jugar en el proceso electoral del 2016, aunque se puede apostar peso a morisqueta que no será de simple espectador.
A pesar de las comprensibles presiones y reclamos públicos de sus más cercanos colaboradores para que defina su posición como posible aspirante presidencial del Partido Revolucionario Moderno ((PRM), Hipólito ha sido consistente en supeditar esta decisión a otras tareas que él entiende más relevantes y prioritarias.
Esta actitud la ha reiterado de manera pública en los más diversos escenarios en que ha debido hablar sobre su proyecto particular, como cuando declaró en la ciudad de Mao que su principal interés del momento es buscar la unidad del PRM y de las fuerzas de oposición, aclarando de paso que entre Luis Abinader y él “no hay ningún problema y mucho menos por la candidatura presidencial”.
Fue enfático en señalar también que por intereses de aspiraciones personales no se pondrá en juego el bienestar del pueblo dominicano, precisando que oportunamente se van a elegir los candidatos que mejor convengan al partido y al país.
Es evidente que Hipólito ha tomado plena conciencia del singular dilema que le ha correspondido protagonizar como líder de una nueva fuerza política que parece encaminada a tomar una decisión trascendental, como lo es la escogencia de su candidato presidencial, sin los traumas y riesgos de división que generalmente se derivan de una competencia descarnada entre sectores fuertemente antagónicos.
Tanto Hipólito Mejía como Luis Abinader se han puesto de acuerdo, según ha trascendido, para definir el candidato presidencial mediante un método inteligente que garantice la mejor decisión -entiéndase el candidato con mayor nivel de aprobación y con menor tasa de rechazo- para presentar al país una alternativa electoral que pueda sumar una parte fundamental de los sectores políticos y sociales que aspiran a un cambio de rumbo en el 2016.
El secretario general del PRM, el ex senador Jesús -Chu- Vásquez Martínez, ha explicado con bastante lucidez las razones que ha tenido el liderazgo del PRM para descartar la convocatoria de unas elecciones primarias y optar por el método de encuestas para medir el nivel de aceptación de los posibles aspirantes, sentando una plataforma práctica para justificar un acuerdo político que convierta la convención en una simple formalidad para proclamar un candidato de consenso.
Personalmente intuyo que mi compadre no solo tiene una lectura realista del actual cuadro político nacional que lo ha convertido en líder y árbitro de un partido que pretende marcar una diferencia con las demás fuerzas políticas tradicionales, sino que también refleja en su discurso y su práctica política coyuntural la voluntad de ejercer su autoridad y poder de cohesión para impulsar una gran alianza en torno a un candidato potable y confiable, con méritos propios para conquistar apoyo o neutralizar resistencias en sectores que durante los últimos años han adversado a los candidatos opuestos al actual partido gobernante.
Confío en la inteligencia de Hipólito y creo que de él se debe esperar la mejor decisión en beneficio de la causa que él mismo ha invocado. (19 de octubre 2014)