El juego de azar es una tortura para no pocas personas que a diario dedican parte de sus escasos recursos económicos a estos fines esperanzados en duplicar o triplicar el dinero para salir definitivamente de la olla si logran pegar con una millonada, afán que involucra a hombres y mujeres.
Por Cándida Figuereo
En esos afanes abundan los que caen en el rango paranoico, sufrible, envueltos en lamentaciones numéricas cuando les fallan los cálculos o los "misterios".
Están los "pechuces" que juegan hasta lo de la leche de sus hijos y luego se inundan en lamentaciones inútiles y cualquier sugerencia para que se aparten de ese desenfreno les resulta un símil a mencionarles sus madres.
La depresión, cuando no se logra acertar en las jugadas, también trae consigo las "chanzas" de los propios involucrados que se cantan y se lloran. Se animan entre si para justificar la razón de seguir apostando.
Un chófer de la tercera edad lo dice sin sonrojo a otro vicioso que parece "conocer" el acertijo del juego de azar y cita con frecuencia a una viejecita que nunca pierde porque juega más de una veintena de números.
"Esos desgraciados es engañándome que están", reflexiona el chófer en relación a los "misterios" que le dicen los números a jugar y colige que el suyo es un "misterio" varón y el de su amigo vicioso es una hembra.
Inconforme con el resultado de sus jugadas en las loterías, el chófer se aconseja asimismo diciendo que no va a creer más en los números que les da el "misterio" e incluso lo tilda de "pájaro", de homosexual.
Para ayudarle a mitigar la depresión, su amigo jugador le sugiere apostar al derecho y al revés de un número, así como al de arriba y al de abajo. Por ejemplo si eliges el 05, también debes jugar el 50, el 51 y el 49.
Se recuerda que hace unos meses la prensa se hizo eco de que los dominicanos juegan a diario aproximadamente RD$300 millones en las bancas en todo el país.
La pérdida, más que la ganancia, no amilana al chófer que dijo a viva voz que no hará caso al "misterio" y que para sobreponerse se dará un baño, "un despojo de hojas amargas con trementina."
Todo lo anterior-obviamente- es la tónica tradicional. Se seguirán engordando las bancas y los pobres seguirán esperanzados en un golpe de suerte que les convierta en millonarios sin dejar de lado las frecuentes lamentaciones numéricas cuando no acierten en las jugadas.