Por Manuel Hernández Villeta
Las relaciones exteriores dominicanas no marchan al tiempo, al ritmo, de las necesidades del país. Están cojas y por un sendero que uno se pregunta sobre cuáles son sus objetivos.
En los foros internacionales donde se condena el país, es cuanto más se palpa la nulidad del servicio exterior. Nunca aparece la posición dominicana. Pero el fallo no es sólo del gobierno, sino tambien de los partidos, los grupos sociales y empresariales y hasta de los intelectuales independientes.
Hay muchas críticas a la forma en que las organizaciones internacionales se inmiscuyen en problemas netamente locales, pero esas opiniones no traspasan el ámbito nacional.
Se es torpe, cojo y ausentista de los principales foros donde si la voz dominicana se tiene que dejar escuchar. De ahí no es de extrañar que el país sale condenado en todos los juicios que se le hacen.
No hay una clara explicación de porqué la torpeza y timidez en lo que se refiere a la defensa internacional del país, para muchos es una forma graciosa y complaciente de no chocar con los designios de las grandes potencias y sus organismos fiduciarios.
Se sabe de sobra, que Los Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Canadá y otros tienen como punto central de su geo-política eliminar las fronteras y unir culturas. Nosotros estamos en el medio del vocán en erupción. Las superpotencias tienen su línea en que se fusionen la República Dominicana y Haití.
En todos los organismos internacionales debe estar clara la posición dominicana de que somos un país libre e independiente, que no permite que se viole su soberanía e integridad territorial, pero no, en ningùn sitio, fuera de la isla, se deja oir la defensa nacional.
Claro queda demostrado que en la lucha por una migración clara y contra la fusión de las dos repúblicas que habitan la isla, hay muchas poses e hipocresía, y hasta el sueño político de que un patriotismo trasnochado dará la escalera hacia la presidencia de la República.
Es igual con los que se ponen las botas contra la corrupción, que en el fondo han saboreado las míes de los recursos del Estado, pero su crecimiento partidista lo cifran en acusaciones de la comisión de hechos dolosos. En ambos casos, más se buscan intereses personales, que soluciones reales.
Hay que edificar una sólida política de lucha internacional, para explicar al mundo la realidad de la migración haitiana. A nivel local estamos saciados y hastiados de denuncias y y fuegos fatuos, por lo que hay que ponerse los pantalones largos y enfocar directamente a las grandes potencias.