Por Manuel Hernández Villeta
Una tercera fuerza electoral dominicana está condenada a dar un salto al vacío, si propòne maquillar la podredumbre social sin amputarla, si juega a eternizar el sistema y si sólo desea presentar una camisa nueva, con un corazón viejo.
Hay opciones para una tercera fuerza electoral dominicana, lo que no existen son candidatos, mujeres hombres o partidos, a encabezarla. Todos los nombres que ahora se barajan, son piezas del sistema, y no tienen cambios en sus menos ni en sus mentes.
La corrupción hay que enfrentarla por todos los medios posibles, hay que ser implacable contra ella, pero no es un punto que pueda decidir unas elecciones. Al contrario, las grandes masas demuestran su avaricia cuando rechazan candidatos porque no dan beneficios.
La hora es de iniciar una nueva carrera política, donde se haga prédica del buen manejo administrativo, y se esté en disposición de esperar resultados. Por lo pronto en las venideras elecciones, nadie que no cuente con sacos llenos de papeletas, para comprar votos el día de las votaciones, tendrá posibilidades de llegar.
Es una práctica clientelista malsana, pero se va a repetir en las venideras elecciones. Su rechazo e impedimento no depende de buenas acciones, ni de que izquierdistas que dejaron de quemar gomas para ponerse saco y corbata traten de evitarlo.
El clintelismo político es parte de la miseria, de la falta de empleo, de estar lastrado en una sociedad que no ofrece cambios. Tener dinero y poder distribuirlo a manos llenas, garantiza un buen papel electoral. Lo demás, es tener buenos publicistas y espacios estelares de radio y televisión.
Al desaparecer las ideologías en la República Dominicana las elecciones no pasan de ser un torneo de compra y venta. Los menos, piensan en el cargo que llegará tras la juramentación, pero para los más, las elecciones es la fiesta de un día, donde se presume que todos son iguales.
En el país hay dos grupos polìticos de importancia, los demás sons sencillamente rémoras que se acomodan. El proceso está con la avanzadilla de los Partidos de la Liberación Dominicana y Revolucionario Dominicano. El PRD bebe el trago envenenado de la división, mientras el PLD no comprende que sin consenso se va.
Para que una tercera opción avance tiene que impactar al pueblo sobre los cambios sociales que hacen falta, pero antes que nada, demostrar que el fogón está prendío y que habrá comida de inmediato. Nadie asimila cambios sociales con el estómago vacío, y sin esperanzas de comer.