En 1998, Francisco Domínguez Brito, entonces Fiscal del Distrito Nacional, tenía bajo el tope de vidrio de su escritorio la Oración del Buen Pastor (“Señor, hazme instrumento de tu paz”), que desde Santiago le enviara su madre. Entonces me declaró: “Lo que más beneficia al Gobierno es que el Ministerio Público actúe con el criterio de que lo político no es lo fundamental para la toma de decisiones, y que todos somos iguales ante la ley”. (Ojalá -¡siempre el jodido “ojalá”!- que hoy, Procurador General, ruegue por lo mismo y piense igual. Sólo así nadie, por poderoso que sea, podrá chantajearlo).