Los sucesos ocurridos en los últimos días, más que invitarnos a emitir juicios infundados motivados por las reacciones de terceros, debería servirnos para analizar en detalles la crítica realidad por la que atraviesa nuestro país. Es innegable que la delincuencia se está convirtiendo en un accionar común y rutinario, lo que debe alertarnos para tomar conciencia y practicar de manera individual mecanismos de protección, ya que no todo podemos dejárselo a las autoridades, la seguridad es una cuestión de todos.
Un caso particular que llama la atención es el “atentado” ocurrido en la estación Mauricio Báez del metro de Santo Domingo, que dejó 35 personas heridas.En el que se acusó al joven Francis Alberto González Gil de ser el presunto autor intelectual del hecho;quien horas más tarde fue liberado de tal acusación por las declaraciones emitidas por Leonel Carrasco,subdirector de la Opret.
Sin embargo, a pesar de que Gil fue desvinculado de manera pública de lo ocurrido, todavía lleva sobre su espalda el peso de los comentarios emitidos contra su persona, lo que denota y deja claro el mal manejo de información que hubo en los medios de comunicación a la hora de difundir la noticia.
Es una falta de ética profesional emitir informaciones no confirmadas sobre una persona que no solo recibió daño físico sino que además fue maltratado moralmente y que sin conocimiento alguno de lo sucedido, fue visto como culpable hasta que se demostró lo contrario.
Esto es un ejemplo claro de lo desarrollado que estamos en materia de especulación. Emitimos comentarios de manera ágil y liviana entorno a hechos no muy claros y poco evidentes, hacemosjuicios sobre situaciones y eventos como los del supuesto ataque al metro sin tener conciencia del daño que podemos causar con lo que decimos. Es impresionante la cantidad de versiones que surgen en torno al tema y lo desvinculados que están algunos de estos pareceres de lo que realmente sucedió.
Algo que sí debe interesar a las autoridades es frenar ahora que —aún queda tiempo— la ola de violencia que se refleja en el país y el impacto negativo que esto está teniendo en la sociedad. Lo del metro es un indicador claro de la evolución que está teniendo la delincuencia en los últimos años, la inseguridad que se proyecta en las personas, que temen salir a las calles evitando ser víctimas de un atraco, asesinato, secuestro y la más reciente adquisición delincuencial: un atentado.
Los remanentes de la mala educación en el hogar sumado a la poca atención que ponen las autoridades al tema de la seguridad ciudadana, son en conjunto la respuesta perfecta a las situaciones y hechos de los que en estos últimos días hemos sido testigos.
¿Qué hay que hacer ahora? Es pertinente y urgente que las autoridades tomen cartas en el asunto, que asuman que es necesario implementar mecanismos de seguridad que garanticen la tranquilidad de la gente, que les devuelva la confianza de salir a las calles sin que teman perder la vida o alguna posesión material. No es una cuestión de críticas, sino más bien de acción conjunta.