La selva tiene leyes inmutables. Para sobrevivir los animales débiles deben disimularse en el follaje o transmutarse en tronco, hoja o nido; aprender a saltar a la velocidad del rayo; aceptar su hábitat: si es animal de montaña, no salir nunca a la llanura, a menos que puedas igualar la velocidad del antílope; si sus garras no están afiladas, nunca lanzar zarpazos a una fiera mayor, aunque ésta duerma, y si su vista no alcanza las nubes, que no trate de vigilar al águila… Son las leyes de la selva, y quien las viola sólo tiene un futuro: la muerte. (Por cierto, en la selva política rigen las mismas leyes).