No sé de quién fue el plan original. Pero supongo que el guion lo escribió Leonel Fernández que a su vez es el productor y director de cámara de la película de ciencia ficción o comedia que estamos viendo con el sometimiento a la justicia por corrupción a uno de sus más cercanos colaboradores, Félix Bautista, de quien dijo era “como un hijo para mí”.
La salida del poder era inevitable. Había que elaborar un plan para evitar que casi todos los funcionarios de sus gobiernos terminaran en la cárcel, porque al parecer la corrupción no se detuvo en la puerta de ningún despacho del Palacio Nacional. Hasta prueba en contrario.
Convertir en secretario de Organización del PLD y luego en senador, cosa fácil con algunos millones en los bolsillos y el poder del Estado detrás, al director de la Oficina Supervisora de Obras del Estado, Félix Bautista, lo cual le otorgaba una jurisdicción privilegiada, no fue casualidad.
La “elección” de los jueces de las llamadas “Altas Cortes” tampoco fue casualidad. Había la necesidad de blindar jurídicamente a los posibles acusados de malversación de fondos, tráfico de influencias y otras “indelicadezas” que pudieran conducirlos a los tribunales.
(El presidente de la Suprema Corte de Justicia y los demás “jueces” de las “Altas Cortes” tienen una relación familiar, de amistad, negocios, incluso partidaria, con Leonel Fernández y sus colaboradores más cercanos. Muchos de esos “jueces” le deben el puesto a Félix Bautista)
Siguiendo el plan, Leonel creó un déficits fiscal de 200 mil millones de pesos para imponer al candidato de su partido consciente de que sería el “cambio seguro”, ya que Hipólito Mejía hizo de la corrupción un tema de campaña y prometió enviar a la cárcel a los corruptos
Para no dejar ningún resquicio, el grupo de Leonel comenzó a comprar emisora de radio, canales de televisión y periódicos impresos y digitales. Colocaron a muchos periodistas en las nóminas de las instituciones del Estado con sueldos de lujo, incluyendo en la Cancillería donde se cobra en dólares.
Compró la mayoría de los partidos pequeños; destruyó al Partido Reformista y se valió de Miguel Vargas para destruir al PRD, de modo que no tenía oposición política, lo cual le permitió hacer y deshacer. El país le pertenecía.
Con el poder Ejecutivo, el Judicial, el Congreso, sin oposición política, y una buena parte de los medios de comunicación y de los periodistas bajo su dominio, es prácticamente imposible que los miembros de la mafia que gobernó el país en los últimos años terminen en los tribunales y condenados por corruptos.
El plan o guion de la película de Leonel se cumplió a la perfección.
El país no sabe, y probablemente no sepa nunca, el monto de la corrupción de los últimos años. Nadie sabe, ni sabrá nunca, la cantidad de dinero que posee la gente que ocupó los principales puestos en los gobiernos de Leonel Fernández, incluyéndolo.
Dicen que la ambición rompió el saco. El afán de regreso al poder le ha generado a Leonel y su grupo serios problemas dentro y fuera de su partido y del país. Por más defensa de los abogados del narco, de los periodistas y comentaristas de radio, televisión y prensa, por más que quieran los “jueces” de las “Altas Cortes”, no podrán impedir que algunos corruptos sean sacrificados y condenados por ladrones.
Tal parece que el productor de la película no contó con el rol de Estados Unidos en nuestro país. El vínculo de funcionarios civiles y militares con el narcotráfico es investigado seriamente debido a la colaboración de algunos capos apresados. El caso de los Súper Tucanos, comprados sobrevaluados en Brasil, con un millonario soborno por el medio, también está en la carpeta del Departamento de estado de los Estados Unidos.
No sé cómo terminará la película, pero creo que su productor y director tiene que estar muy asustado, pues se habla de extradición y sometimiento a la justicia en territorio estadounidense donde no es posible comprar funcionarios, jueces ni periodistas. (Chan-chan-chan. Suspenso…) Vayamos al cine… Francisco Domínguez Brito invita.