El sistema de partidos políticos en la República Dominicana está en crisis, la alarmante corrupción de estado está lacerando la democracia y minando la confianza de los ciudadanos en los partidos políticos como instrumento de intermediación entre el pueblo y el Estado.
Hace más de medio siglo que se instauró la primera ola democrática en el país, después de la desaparición de la dictadura de Trujillo, y hoy la decepción no puede ser mayor, los llamados partidos mayoritarios que han ejercido el poder no han sido capaz de edificar una democracia garante de la institucionalidad del Estado dominicano, hay un relajamiento de los tres poderes, a tal grado que hoy el aparato judicial es un traje hecho a la medida del clan político partidario más corrupto de la historia dominicana.
Recuerdo una vez que el Dr. Balaguer manifestó que la corrupción se detenía en la puerta de su despacho, pero la permitía y auspiciaba la impunidad, hoy día la corrupción cruza mares y océanos, verbigracia Brasil y la compra de los Súper Tucanos, cruza la frontera y pasa el masacre mojándose la dignidad nacional.
La democracia es algo mas que el derecho a votar cada cuatro años, debe ser la base en la que se fundamente el "Estado del Bienestar y desarrollo sostenible de los pueblos", sus pilares son la libertad, justicia social, libertad de conciencia, equidad para todos los ciudadanos y
la redistribución equitativa de las riquezas nacionales, a fin de construir un país con un tejido social igualitario o por lo menos con una menor brecha social.
Es innegable que la economía dominicana ha mantenido un crecimiento en los últimos tres lustros, pero su desarrollo no obedece al aumento de la producción nacional, sino a una economía fundamentada en bienes y servicios, ventas de las empresas del estado en una etapa, las comunicaciones que les arrancan casi el treinta por ciento a la población por el derecho a comunicarse por vía telefónica, turismo, remesas, Zonas Francas, etc. Y como colofón una enorme deuda externa que tiene aterrorizado hasta al FMI. Necesitamos avanzar hacia una economía social de mercado, fundamentada en la capacidad de producción nacional, innovación y competitividad.
Hoy podemos asegurar que en nuestro país el modelo neoliberal ha fracasado, basta con echar una ojeada al Sistema de Salud Pública dominicano el cual está totalmente colapsado, le hacemos un llamado al presidente Medina para que haga una visita sorpresa en la noche a cualquier hospital del país. Es decir, no hay garantías de salud pública, ni hay garantías de la vida en ninguna calle del territorio nacional, léanse las crónicas periodísticas de asaltos hasta a los militares en sus dominios y crímenes propio del Chicago de Al Capone.
En resumidas palabras, tenemos una democracia sin calidad, arcaica, sin garantes de las libertades individuales, ni colectiva, por la inseguridad y delincuencia, funcionarios depredadores de la cosa pública y tres poderes del estado secuestrado por un partido y su Comité Político, que tiene la vieja y prosaica teoría que el poder es para usarse sin límites.
En este escenario surge el Partido Revolucionario Moderno (PRM), su misión será ser la antítesis de los partidos del sistema, los cuales son antros de cobras amaestradas, que hacen del ejercicio política una industria sin chimenea, cuando están en el poder defalcan y cuando son pseudo opositores reciben beneficios directos e indirectos del gobernante de turno a través de contratas y otras formas de corruptelas y falsedades poco decorosas.
El PRM no puede nacer en medio de una batalla campal por la candidatura presidencial, ese debe ser un proceso institucional ejemplar para marcar la diferencia, lo primero es ensamblar la maquinaria, afiliar a militantes y simpatizantes, conquistar a los que están hastiado del partido gobernante, no centrarse desde ya en Leonel o Danilo, hay que prepararse para derrotar al PLD y sus aliados entre los que están obviamente el PRD y un sector reformista.
El PRM debe ser un partido realmente moderno de liderazgo colegiado y desde ya debe estructurar un equipo de estrategias y un gabinete de la sombra, para producir políticas como aportes al debate nacional, y constituirse en contra parte para frenar esta locura organizada del sector gobernante. Ah, eso sí deben ser personas con pensamientos y conocimientos renovados, actualizados y no llenar este espacio de la meritocracia política, que como los grandes jarrones no sabemos donde colocarlos en la casa.
Es urgente la reestructuración del modelo económico imperante en el país, debemos avanzar hacia una economía solidaria y competitiva a nivel global. Hay que producir la segunda reforma al Sistema de Seguridad Social, la primera ya se agotó y el sistema en su conjunto esta colapsándose, el cual debe ser solidario, incluyente, sostenible, universal que proteja a los ciudadanos desde el vientre hasta la tumba. Hay que estar ojo visor con el llamado "Pacto Eléctrico", para que no sea un parto distócico como los anteriores acuerdos energéticos, cuestionados sus actores por la falta de transparencia, por lo lesivo al pueblo dominicano, hay que revaluar el camino a seguir en otras áreas vitales para el desarrollo y entre estos el Sistema Educativo Nacional.
Hay muchos aspectos que no se pueden soslayar, por ejemplo, una democracia del siglo XXI debe reformar la constitución por medio de una constituyente, para evitar que se repita el reparto del poder judicial, las altas cortes, Junta Central Electoral y una Cámara de Cuenta que no apañe a los corruptos, entre otras reformas necesarias.
Por estas razones somos de opinión, que no es trascendente la lucha de encuestas o convención, consideró fundamental primero el consenso entre las partes sobre el método y las cuotas de poder antes del proceso, y luego la convención para elegir el candidato, porque lo mas probable es que el candidato obtenga la triple corona, debe ganar las encuestas, debe encabezar el consenso nacional, el que domina estos dos aspectos, seguro debe ganar la convención.
No constituye una necedad recordar que la elección del candidato debe ser producto de un ejercicio convencional democrático de incuestionable pureza, pulcritud y transparencia organizativa, cualquier trapisonda o bellaquería, producto de las malas artes grupales, echarían a perder este último y gran esfuerzos de millones de dominicanos que aspiramos al cambio.
La oposición dominicana necesita un hombre de este tiempo, para estos tiempos de innovación y cambios vertiginosos que requiere la República Dominicana, todos los candidatos del PRM tienen grandes virtudes, y entre ellos debemos destacar al Benjamín de los líderes dominicanos, el Lic. Luis Abinader, quien es la esperanza nacional y representa la candidatura del cambio no solo del PRM, sino de la "verdadera oposición política Dominicana".