Pararrayos hay muchos y de variadas calidades y marcas. Unos que reciben las más poderosas descargas eléctricas y las desvían hacia arriba o abajo, hacia un destino incierto. Hay los que toman las descargas y las rechazan con truenos y centellas. Hay que contar también los que salen quemados, hechos añicos. Pero no se conocía un pararrayos de tanta resistencia como Gustavo
Montalvo, que lleva dos años y pico aguantando candela desde adentro y desde afuera, por arriba y por abajo y por los cuatro costados, y él aguantando en silencio, impertérrito, más paciente que el carajo.