Por Luis Alberto Tejeda
El 25 de noviembre es una fecha especial, es la fecha fijada por todas las naciones del mundo como “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”. Para los dominicanos el 25 de noviembre es doblemente especial. Es la fecha en la que conmemoramos el horrendo crimen perpetrado en contra de las hermanas Mirabal.
Que ambas fechas aparezcan unidas no es casual. Desde los años 70 las activistas por los derechos de la mujer venían propugnando porque los estados se comprometieran seriamente a detener y diluir la violencia en contra de la mujer. Para ellas era importante que se fijara un día que fungiera como símbolo y momento de renovación de esos compromisos, y en ese sentido ningún otro día mejor que el 25 de noviembre cuando cayeron de mano de un hombre esas tres brillantes mujeres: Minerva, Patria y Teresa Mirabal.
Este terrible acontecimiento reunía todas las características para convertirse en el símbolo más apropiado para las luchas de las mujeres. El autor material del crimen fue un hombre, el autor intelectual fue otro hombre, el motivo fundamental fue político y de un macho, el marco justificador el dominio patriarcal establecido por los hombres.
El mensaje trasmitido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al escoger ese día es claro: los hombres, sin razón alguna, actúan violentamente en contra de las mujeres, pero esa actuación violenta no es un fenómeno aislado, es un fenómeno sistemáticamente organizado por los patrones culturales patriarcales, por lo demás políticamente garantizados. Por lo tanto si deseamos cambiar la conducta violenta en contra de la mujer, debemos reeducar a mujeres y a hombres, definir políticas que contribuyan a sancionar y eliminar esa violencia en todas sus formas, y destruir la cultura machista-patriarcal, que vivida cotidianamente por hombres y mujeres, le sirve de marco justificador.
Para mí, el sólo hecho de que se haya establecido un día para luchar en contra de la violencia ejercida por los hombres sobre la mujer, debiera constituir de por sí una afrenta y una deshonra, pues creo firmemente que nada justifica que se lleve a cabo un acto físico o verbal violento en contra de la mujer.
Por tal razón espero que este 25 de noviembre sirva para que todos, hombres y mujeres, hagamos un alto en nuestras rutinas diarias y reflexionemos seriamente en esos hechos tan comunes, tan familiares, tan atroces, pero tan profundamente bochornosos para la humanidad como son los actos de violencia en contra de la mujer. Pues nada justifica el maltrato físico, verbal y emocional en contra de la mujer.