Se reduce la producción e ingresos agrícolas en zonas vulnerables incidiendo en precios de alimentos.
El aumento de la frecuencia de fenómenos extremos debido al cambio climático está influyendo en la agricultura y la seguridad alimentaria provocando reducciones de la producción y de los ingresos en zonas vulnerables. Asimismo, estos cambios a escala global y local afectan a los precios de los alimentos. Estas afirmaciones son partes de las conclusiones recogidas en el quinto informe del Panel Intergubenamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
La población mundial prácticamente se ha triplicado desde 1950 y para el año 2030, habrá 1.7 mil millones de personas que alimentar, en su mayoría provenientes de países en vías de desarrollo. Para hacer frente a esta realidad, los agricultores del mundo necesitan duplicar y quizá triplicar la producción alimentaria antes de año 2050.
Debido a la gran demanda de productos agropecuarios y las predicciones de por el cambio climático pueden verse reducidas las cosechas, el sector agropecuario enfrenta un gran desafío para garantizar la seguridad alimentaria. Incrementar la productividad de la agricultura deberá estar en centro de las agendas políticas para la seguridad alimentaria, con medidas de adaptación así como de mitigación al cambio climático a la vez que se incrementa la sostenibilidad ambiental.
La República Dominica no está ajena a esa realidad, según se desprende del informe realizado por la Fundación PLENITUD bajo la supervisión técnica del Caribbean Community Climate Change Centre(CCCCC), el Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio (CNCCMDL), el Ministerio de Agricultura, con fondos de la Unión Europea (UE), donde se define la Estrategia de Adaptación al Cambio Climático en la Agricultura. El informe agrega que en los países en desarrollo, particularmente los medianos y pequeños agricultores están siendo duramente afectados por dichos cambios. Muchos de estos productores ya están enfrentando una base degradada de recursos naturales y muchas veces carecen de conocimientos acerca de las posibles opciones para adaptar sus sistemas de producción y tienen escasa capacidad de asumir riesgos para acceder y usar las tecnologías y los servicios financieros.
Otros impactos que sufre el sector agropecuario como consecuencia del cambio climático son los cambios en rendimiento, cambios de los ciclos agrícolas y la alteración en la dinámica de plagas y enfermedades, además de ser el responsable del 14 % de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global.
La Estrategia Nacional de Adaptación al Cambio Climático del Sector Agropecuario marca la pauta hacia donde se debe evolucionar
La agricultura tiene el potencial de ser parte importante de la solución con medidas de mitigación en sinergia con las de adaptación, reduciendo una parte importante del monto global de las emisiones a través de medidas de agricultura climáticamente inteligente.
El informe presentado por PLENITUD contiene una propuesta para la Estrategia Sectorial de Desarrollo Agropecuario como parte de la Estrategia Nacional de Adaptación al Cambio Climático, un instrumento de visión colectiva de los ajustes que hay que promover en la sociedad dominicana de manera que los esfuerzos del desarrollo sean consistentes con la preservación del entorno y la calidad de vida de los ciudadanos.
La adaptación puede contribuir decisivamente a disminuir los riesgos. La adaptación puede integrarse en la senda del desarrollo y ayudar en la preparación para los riesgos que ya estamos obligados a afrontar en razón de las emisiones pasadas y la infraestructura actual. Pero la adaptación por sí sola no basta. Para limitar realmente los riesgos del cambio climático, es necesario reducir de forma sustancial y sostenida las emisiones de gases de efecto invernadero.
En la Estrategia de Adaptación al Cambio Climático del Sector Agropecuario, se definen e impulsan procesos de innovación e investigación agrícola mediante la utilización de un modelo que permita ajustar, reducir y lograr una mayor capacidad de resiliencia de los sistemas de producción ante la vulnerabilidad y los efectos del cambio climático. Implica utilizar medidas apropiadas de acuerdo con el escenario climático que enfrentan y las características de los suelos y cultivos.
El documento sugiere profundizar el conocimiento sobre este fenómeno para desarrollar nuevos niveles de adaptación agrícola sobre el uso de la tierra por causas de reducción del área agrícola, sustitución o diversificación de cultivos, cambios en calendarios de siembra, tecnología de riego, uso de fertilizantes, control de plagas y enfermedades lo cual requiere, entre otros, de adecuados sistemas de organización, información, observación y monitoreo; infraestructura, planificación, calificación técnica y nuevas políticas para la preservación del agua y el suelo, dos recursos básicos para el desarrollo de la agricultura.
La adaptación al cambio climático, debe ser la preocupación central de un país insular caribeño como el nuestro, con condiciones de alta vulnerabilidad, por lo cual es fundamental continuar el proceso participativo con de los tomadores de decisiones, técnicos y productores agropecuarios, que hicieron aportes importantes para la consecución de esta estrategia.
La agropecuaria y el medio rural en general sufrirán cambios variados y no homogéneos a lo largo de la geografía Caribeña que, en todo caso, requerirá un ajuste de las cosechas a las condiciones nuevas conforme éstas vayan presentándose, por otra parte la pecuaria también se verá afectada por el efecto nocivo de altas temperaturas y la presencia de plagas y enfermedades. En consecuencia la adaptación de la agropecuaria al cambio climático, se basara en la adaptación de los cultivos y el ganado a nuevas situaciones de variabilidad climática.
La estrategia cuenta con 13 acciones presupuestadas y con su plazo de ejecución, además cuenta con un marco lógico que se ajusta al objetivo amplio de esta estrategia que, es ser lo más efectiva posible en reducir los riesgos planteados por el cambio climático y poner al sector agropecuario en condiciones para adaptarse a través de la innovación técnica y diversificación, para aumentar su competitividad y sostenibilidad en el 2020, como se plantea en la Estrategia Nacional de Desarrollo y el Plan de Desarrollo Agropecuario 2010-2020.