Con el tema del aborto, se pone de manifiesto la intolerancia que enferma a la sociedad dominicana. Hay posiciones encontradas entre las iglesias y las feministas y representantes de la sociedad civil. Es necesario salvar esa lucha sin sentido.
Por Manuel Hernández Villeta
Las iglesias constituyen el conglomerado más organizado y militante que tiene el país, las feministas y la sociedad civil buscan modernizar algunas leyes y costumbres. Los dos pueden tener razón en sus planteamientos, lo que hay que tratar es de llegar a un punto intermedio.
Hay que ver hasta que ángulo el aborto puede ser aceptable, bajo la estricta vigilancia y autorización de una junta médica. La iglesia tiene que comprender que debe dar pasos a controles sociales, como es el de la natalidad, y el mismo aborto si es terapéutico y aconsejado por un grupo calificado de médicos.
Lo que no se puede dar en este caso es un enfrentamiento estéril entre dos sectores, que de una forma u otro son representativos de la sociedad dominicana. Hay que llegar a un punto intermedio, actuando en forma civilizada, sin que ninguno de los bandos sienta que le han torcido el brazo o lo han humillado.
El legislador da una clara demostración de que no está hecho para consensuar, para buscar acuerdos entre partes en conflictos, y que más bien se conforma con levantar las manos, sin ver las consecuencias sociales de un rechazo o una aprobación en determinado proyecto de ley.
El aborto no es sólo un problema de salud. Plantear esa idea es mentir y tratar de jugar con la verdad. El aborto constituye un problema social, un problema religioso, un problema político, un problema económico y una crisis familiar. Es un shock que sufre toda la sociedad.
Pero no se puede ocultar la verdad. Los abortos son una realidad hoy, desde hace años aquí se realizan abortos ilegales, sin una plena vigilancia médica, donde se pone en riesgo la vida de la paciente. Hay muchas clínicas que logran ganancias millonarias practicando abortos, o al menos eso es lo que se dice en las calles.
Junto al tema del aborto, hay que poner en el tapete la planificación familiar, la educción sexual y una visión de la vida en base a los estimados del siglo 21. No se puede tratar este tema con sandeces de años pasados, y que ahora estan fuera de la realidad.
Hay que fijar el aborto como una decisión personal de una mujer o su familia, previa evaluación y aprobación de una junta médica, pero el proyecto de ley tiene que ser consensuado entre las iglesias y la sociedad civil. No se puede tratar esa eventual nueva ley mediante aplastar ideas y prácticas sociales o religiosas.