En el debate desatado por observaciones del presidente Danilo Medina al Código Penal, con las que pide precisiones en torno al necesario aborto terapéutico, se observa que entre los opositores a tales objeciones los hay entre quienes agitan, más interesados en asestarle una derrota política al gobernante que en hacer valer sus posiciones sobre el asunto.
Incluso, defendiendo que el Código Penal se quede como está, hay gente que cree en lo planteado en las objeciones de Medina, pero han creído que ha llegado la oportunidad de arrinconarlo para tratar de ver si éste baja la estimación pública que lo ubica como el gobernante mejor valorado de América Latina.
Que se milite en una posición ideológica o moral y que ésta se defienda con ardor, no tiene nada de malo, pero que usted renuncie a la misma para buscar beneficios políticos es algo cuestionable, más cuando se trata de una decisión de la que se pueden derivar graves consecuencias.
Las observaciones de Medina al Código Penal las creo responsables, como gobernante y como padre de hijas, que en algún momento, se habrá preguntado, qué haría él –como me lo he preguntado yo y muchos padres, en varias ocasiones- si una de sus hijas o hermanas se le presentara un embarazo riesgoso.
Esa pregunta debiera hacerse cada legislador que tenga hija, hermana, u otro familiar, y orientar su decisión en torno al Código Penal hacia la respuesta que encuentre. Si la respuesta encontrada es que dejaría morir a su hija o hermana, pues que deje la referida ley como está; si concluye en lo contrario, pues que acepte las observaciones del presidente Medina.
El Congreso Nacional debe cuidarse del oportunismo de quienes aprueban leyes para que les sean aplicadas a los más débiles. Creo que una salida irresponsable del legislador sería: si se me presentara una disyuntiva como esa, diligenciaría el aborto terapéutico valiéndome del poder económico o político que obtento, pero para complacer a quienes se oponen, o por la canallada de provocar una derrota al presidente Medina, rechazo las observaciones y dejo el Código Penal tal como está.
A mí siempre me ha llamado la atención que la voz cantante en la oposición a las observaciones la llevan a cabo hombres, unos religiosos y otros políticos; y se escucha muy poco el parecer de las mujeres, incluso dentro de las iglesias. Lo propio ocurre en los partidos políticos, donde se margina a la opinión femenina, incluso en el mismo Congreso Nacional.
Ojalá que esto se entienda.