La inversión pública en salud alcanza un 2,8% del PIB muy por debajo del promedio de la región.
La Organización Mundial para la Salud (OMS) ha designado el 12 de diciembre de 2014, para conmemorar por primera vez en el mundo “El Día de la Cobertura Universal en Salud”, con el objetivo de fomentar que los países renueven sus esfuerzos en lograr y garantizar la salud para todos sus ciudadanos y ciudadanas. En medio de la conmemoración de esta fecha, la República Dominicana aún tiene tareas pendientes encaminadas a asegurar la salud para sus habitantes, muestra de ello es que el 40% de la población aún se encuentra fuera del Seguro Familiar de Salud (SFS)
En nuestro país, desde la sociedad civil, la iniciativa está liderada por la Fundación Plenitud, organización no gubernamental, que brinda servicios de asistencia técnica, entrenamiento y fortalecimiento de las capacidades a los países de América Latina y el Caribe, así como en otras regiones del mundo, para apoyarlos a cumplir sus metas de desarrollo.
Magdalena a Rathe, presidenta de PLENITUD, entiende que la República Dominicana ha dado pasos importantes para asegurar la salud para los dominicanos y dominicanas. “Nuestro sistema de salud deberá mejorar su desempeño para lograr los mejores resultados posibles de salud para toda nuestra población además de protegerla contra los riesgos financieros de la mala salud, por un lado, y de responder a las necesidades de las personas en términos de su dignidad y sus derechos humanos”, asegura la Rathe.
La República Dominicana enfrenta grandes retos en este sentido. En efecto, el financiamiento público a la salud alcanza el 2.8% del Producto Interno Bruto (PIB) cuando se incluye en este monto los aportes a la seguridad social en sus dos regímenes en ejecución, el subsidiado y el contributivo, lo cual pone al país muy por debajo del promedio regional.
“Alcanzar la cobertura universal requiere, entonces, aumentar la inversión pública en salud – pero asegurando la calidad, la racionalidad y la atención a las prioridades. Tenemos esperanzas de que el nuevo equipo al frente del sector en estos momentos asuma, por fin, el liderazgo que necesitamos”, afirma Rathe.
En el caso de la República Dominicana, el país se ha propuesto, y así lo ha consagrado en sus leyes, alcanzar la cobertura universal a través del Seguro Familiar de Salud (SFS) con un mismo paquete de prestaciones, de la misma calidad y cantidad para todos, independientemente de su capacidad contributiva.
Situación de la República Dominicana alrededor de la Cobertura Universal de Salud
Uno de los grandes logros del sistema dominicano frente a otros sistemas en el mundo, es haber establecido un mecanismo de recaudación y pago unificado, que ha funcionado de manera exitosa y transparente.
Otro aspecto importante es haber establecido la base legal e institucional para definir el contenido del paquete, su costo, el monto del per-cápita y la forma de administrarlo. “Para esto las instituciones que realizan estas funciones tienen un nivel de profesionalidad que les permitiría avanzar en el proceso de priorización, a partir de recibir la guía adecuada y si se resguardan de la politización y las influencias de grupos de poder”, enfatiza la presidenta de PLENITUD.
“No es ninguna novedad el hecho de que en el sistema como un todo persisten graves problemas, como el hecho de que un 40% de la población todavía no está afiliada al SFS, que existen elevados co-pagos y cobros ilegales por parte de los proveedores, que falta cobertura de intervenciones esenciales o no está claro el proceso de inclusión o exclusión de las mismas dentro del Plan De Servicios de Salud (PDSS), que no existe un sistema de priorización sustentado sobre bases técnicas y científicas robustas, que asegure que las necesidades de la población dominicana sean resueltas”.
A estos factores Rathe agrega la falta de integración y de funcionalidad de las redes de proveedores, particularmente la ineficiencia de los servicios públicos y la incapacidad que ha tenido la conducción del sistema para implementar el primer nivel como puerta de entrada y de hacer realidad la estrategia de atención primaria (incluyendo la capacidad de dar seguimiento a los pacientes a todo lo largo del sistema de salud y en el tiempo, lo cual es cada vez más importante dado el envejecimiento de la población y el aumento en la prevalencia de enfermedades crónicas).
“Adicionalmente, la función de rectoría ha sido casi inexistente por décadas, incapaz de establecer las normas y de hacerlas cumplir, ni de producir de manera sistemática la información esencial para la toma de decisiones”.
A fin de alcanzar la cobertura universal, se requiere poner la atención en tres áreas fundamentales: cobertura, calidad y eficiencia.
Es evidente que alcanzar estos logros requiere de una mayor asignación de fondos públicos al sistema de salud. En la región latinoamericana, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), trazó recientemente una hoja de ruta para alcanzar la cobertura universal. La base de esta nueva estrategia es la de corregir las desigualdades en el acceso a los servicios, señalando que un 30% de la población de esta región no puede acceder a los mismos por razones financieras. La OPS señala que uno de los obstáculos es la falta de asignación de fondos públicos al sistema de salud, considerado éste como uno de los grandes desafíos. El promedio de gasto público en salud la región de las Américas es de un 3.8% del PIB mientras que en los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OECD) asciende al 8%.