Cuando doña Antonia Coronado contaba entre 23 y 25 años de edad quiso aprender a leer y escribir, pero cuando se dirigía a la escuela del sector que tenía un programa de educación para adultos, niños y adolescentes de los alrededores, la relajaban y eso la llenaba de vergüenza.
Su historia de llegar a la adultez sin saber leer ni escribir es semejante a la de miles de dominicanos y dominicanas que han tenido que emigrar de campos y pueblos del interior a la capital y otras ciudades, en busca de sustento y mejores condiciones de vida.
Hoy, con 65 años de edad, forma parte de la gran familia de dominicanos que ha dejado la oscuridad y la ignorancia atrás, ya que gracias al Plan Nacional de Alfabetización, del Programa Quisqueya Aprende Contigo, ha aprendido a leer y escribir. “Ya yo voy sola al banco, ante me daba vergüenza, iba acompañada de mi hija menor y firmaba con tres cruces”, relató.
Pese a poseer un colmadito y tener a sus cuatro hijos, a los que formó profesionalmente, doña Antonia dice que aún tiene que echar para adelante y seguir estudiando. “Primero agradezco a Dios y luego al presidente Danilo Medina, por hacer que tanta gente aprenda a leer y escribir”.
Durante su participación en el matutino Ojalá, por el Canal 4, Antonia relata que cuando su madre muere en la sección Zambrano, de la provincia Sánchez Ramírez, y junto a su siete hermanas y dos varones, que quedaron al cuidado de su padre, sumidos en la pobreza, decide llegar a la ciudad (Santo Domingo) a trabajar como doméstica en casa de familia.
Afirmó que ya establecida comienza poco a poco a traer a sus hermanas y hermanos a quienes los ponía a estudiar y trabajar. Y en esa época se olvidó de ella.
Dijo que en su labor de doméstica encontró personas que la quisieron ayudar para que aprendiera, pero se casó, tuvo hijos, a los que asegura crió con manos dura, y hoy son hombres y mujeres de bien.