SANTO DOMINGO.-El jurista Julio Cury opinó que el país tiene una evidente necesidad de que se penalice la facilidad de acceso que se les proporciona a los “delincuentes de cuello blanco” para interactuar socialmente.
Expresó que la “conducta ontológica” de invocar influencias reales o simuladas con el fin de facilitar las condiciones que permitan estructurar hechos punibles, debe configurarse como un tipo penal.
“La inducción mediante influencias personales, sociales o de cualquier otro tipo, con el objeto de alcanzar provechos personales ilícitos a través de terceros y con el correlativo desmedro de la víctima, debe ser tipificada penalmente”, dijo.
Asimismo, abogó por una redefinición de las conductas que configuran el lavado de activos, de modo que abarquen también a aquellos que “promueven socialmente a personas que persiguen motivar a otros mediante artificios o engaños para que coloquen dinero en sus manos y luego blanquearlos o destinarlos a una de las infracciones graves que prevé la Ley No. 72-02, debe sancionarse”, sostuvo el jurista.
Explicó que aunque el literal c) del artículo 3 de dicha ley tipifica como lavado de activos el otorgamiento de asistencia en la comisión de una de las variantes de ese delito, debe legislarse para “incluir expresamente” a los que hacen las veces de lobistas o intermediarios en favor de autores de una o más de las infracciones sancionadas por la ley.
“Supongo que habrá gente que dirá que mi propuesta pudiera estimular la misantropía, pero eso no es verdad. Nadie ignoraba la calaña de los artífices de la quiebra del Banco Peravia y, sin embargo, ciertos personeros rapaces que todos conocemos se prestaron a canalizarles encuentros con terceros para inducirlos a poner dinero en manos de los directores de la intervenida entidad”, alegó.
Cury manifestó también desde hace algunos años se ha venido observando un gradual deterioro que alcanza diferentes estratos sociales, pues según el reconocido abogado, el afán de lucro fácil ha empujado a gente “de contestable prestigio social a perder el pudor e incurrir deliberadamente en toda una escala de hechos inmorales” que se impone contemplar y castigar penalmente.