Ahí está. La guerra. Todos los días. Por todos los medios de comunicación. La guerra. En el sueño y la vigilia. La guerra. En el comedor (sea el desayuno, la comida o la cena). La guerra. En la sala (con o sin diálogo, con o sin sonrisas, con o sin ternura). La guerra. En la calle, en la acera, bajo el semáforo, en medio del tapón. La guerra en la vida de los seres humanos (dije “humanos”). Y, al final, “Gloria a Dios (¿cuál de sus transmutaciones?) en las alturas (¿qué tan alto estará?) y paz en la tierra a los hombres y mujeres de buena voluntad”. (Y es entonces cuando el coro pregunta: ¿Cuántos son y dónde están?).