En el apogeo de su creatividad el gran maestro del psicoanálisis y pensador agudo, Paulo Freire, observó la profunda vinculación del ser humano con su espacio social y la característica bien definida de buscar siempre un acercamiento con su semejante.
Entendía que una persona por más poderosa económica y socialmente siempre requerirá de la otra no importa que ésta carezca de recursos materiales y de conocimiento.
Freire, un brasileño que amó intensamente su pueblo y defendió desde los rincones académicos e intelectuales la importancia de la democratización de la educación así como la liberación integral de la gente, fue un pensador sensato hacia los oprimidos.
Creador de textos sobre la Teología de la Liberación y la Pedagogía del Oprimido, siempre entendió que la exclusión social era un arrebato de las clases dominantes tratando de impedir que los pobres alcanzaran la felicidad.
“Si admitiéramos que la deshumanización es vocación histórica de los hombres, nada nos quedaría por hacer…, la lucha por la liberación por el trabajo libre, por la desalienación, por la afirmación de los hombres como personas, no tendría significación alguna. Ésta solamente es posible porque la deshumanización, aunque siendo un hecho concreto en la historia, no es, sin embargo, un destino dado, sino resultado de un orden injusto que genera la violencia de los opresores y consecuentemente el ser menos”, dice en uno de sus textos relativos al hombre, la educación y su medio ambiente.
Observando por televisión el masivo, ordenado y festivo recibimiento al ex astro del montículo, Pedro Martínez, elegido recientemente para ser exaltado el 26 de julio venidero al Salón de la Fama de Cooperstown en Nueva York, se puede concluir en que el pueblo necesita desahogarse, manifestarse y exponerse ante las circunstancias de alegría que lo envuelve.
Al tratarse de uno de los suyos, proveniente de un humilde hogar del barrio de San Miguel, en Manoguayabo, que tuvo que vencer innumerables obstáculos para alcanzar el éxito, el desbordamiento y derroche de alegría fue más intenso y enorme.
El pueblo dominicano realmente se integró masivamente para tributarle un merecido recibimiento al formidable ex lanzador derecho por sus notables hazañas logradas en 18 temporadas en las Grandes Ligas.
El Ministerio de Turismo, que preside el licenciado Francisco Javier García, organizó atinadamente esta actividad a la que se integró el Comité Olímpico Dominicano.
Por supuesto, que el homenajeado tuvo la necesidad humana de compartir su gran hazaña con sus familiares; con quienes le vieron crecer en Manoguayabo, aquellos que siguieron su extraordinaria carrera como beisbolista y especialmente la esencia de su inspiración: el pueblo. Por eso, bailó, cantó, se rió y gozó intensamente su gran proeza.
Marca País
La muestra de cariño de los dominicanos hacia Martínez se debe precisamente al comportamiento que supo exhibir dentro y fuera del terreno de juego, convirtiéndolo en un ídolo que bien puede representar nuestra imagen marca país en el exterior.
Las autoridades deben aprovechar esta coyuntura de la escogencia del segundo integrante dominicano en el Salón de la Fama del Béisbol de las Grandes Ligas para diseñar y aplicar una política de difusión de nuestros reales y positivos valores.
El propio Pedro Martínez en la rueda de prensa ofrecida tras su arribo al país en el Aeropuerto Internacional de las Américas, José Francisco Peña Gómez, exhortó a los medios de comunicación a proyectar la imagen no tan solo de su inminente ingreso al Salón de la Fama del Cooperstown, sino particularmente la trayectoria, sacrificio y ejemplo de dignidad de un atleta que supo jugar limpio aquí y fuera del país.
Hay que incentivar y apoyar la actividad deportiva a nivel nacional con instalaciones adecuadas para la práctica no tan solo del béisbol, sino igualmente del baloncesto; campo y pista, natación, tenis de mesa y de campo, volibol, ajedrez, fútbol, gimnasia entre otras disciplinas.
El deporte, como el arte y la cultura son expresiones excelentes para integrar a la juventud en el camino correcto en un ambiente de vida sana, que permita contrarrestar la penetración y daños irreparables de vicios como las drogas.
Los Ayuntamientos Municipales de todo el país deben construir más canchas deportivas y centros recreativos en los barrios marginados. ¿Y cómo se logra?
Simplemente, reduciendo los niveles de corrupción y el dispendio de los recursos provenientes de los arbitrios que pagamos los ciudadanos y ciudadanas así como de las asignaciones presupuestarias del Gobierno.
Es hora de promover la imagen de la República Dominicana en el mundo a partir de sus valores humanos, bellezas naturales, estabilidad social y especialmente de la ternura y amabilidad de sus gentes.
Articulo de Manuel Díaz Aponte